Por Análisis Litoral
En medio de la profunda crisis que atraviesa el peronismo —en Concordia, en Entre Ríos y en el país— comienzan a hacerse visibles los síntomas de un desgaste que no es sólo electoral, sino estructural. Dirigentes históricos cuestionados, estructuras que no se renuevan y, ahora, hechos de violencia interna que reflejan una decadencia política que se resiste a dejar paso a una nueva generación.
En este contexto, una joven dirigente peronista decidió romper el silencio. Yanina Barbona, vicepresidenta del Partido Justicialista de Concordia, presentó una denuncia formal por violencia de genero contra un referente interno del espacio, hecho que marca un precedente en una fuerza acostumbrada a minimizar sus conflictos puertas adentro.
La siguiente entrevista —realizada por Análisis Litoral— busca no solo reflejar su testimonio, sino también invitar a una reflexión más amplia sobre la urgente necesidad de reconstrucción y diálogo dentro del movimiento.
ENTREVISTA
– Yanina, ¿podrías contarnos cómo fueron los hechos en los que te viste involucrada y qué te llevó a radicar la denuncia?
Bueno, lo que sucedió en los últimos días de la campaña fue, a mi criterio, un hecho de violencia por parte del responsable de la agrupación PAR, Javier Orduna, que además es congresal del Partido Justicialista. Sentí la obligación de hacer la denuncia porque la violencia, en distintos momentos, ha ido en aumento. Y yo tengo problemas de salud que no me permiten exponerme a una situación que podría terminar lastimándome.
Me costó mucho tomar esa decisión, porque siempre fui una mujer fuerte, acostumbrada a enfrentar las cosas sin recurrir a la justicia. Pero esta vez sentí que era necesario poner un freno. No lo hice solo por mí, sino por todas las mujeres que vienen detrás.
– ¿Cómo viviste esa experiencia de denunciar, siendo una figura visible dentro del partido?
Con mucha incomodidad. No soy una “denunciadora serial”, como le dije a la policía. Pero soy la primera mujer que ocupa la vicepresidencia del PJ Concordia, y tengo la responsabilidad de cambiar esta historia. El partido ha sido durante décadas un espacio dominado por hombres. Si no frenamos estos comportamientos ahora, ninguna otra mujer va a animarse a ocupar lugares de decisión.
– ¿Qué tipo de agresiones sufriste concretamente?
Hubo insultos, burlas y mensajes intimidatorios. En una reunión me dijeron cosas como: “Cualquier cosa la escrachamos por las redes”. Después me pidieron las llaves del partido mas los cuadros donados y cuando me negué, me dijeron: “Espero no verte más después del 27, mamita”. Son frases cargadas de violencia simbólica, de desprecio.
Y eso se fue repitiendo con mensajes y actitudes. Todo porque no respondí a ciertas presiones internas, o porque tomé decisiones que algunos no compartían. Es doloroso, porque eran compañeros.
– Desde afuera, muchos ven que ustedes representan una renovación dentro del PJ, algo muy necesario después de tantos cuestionamientos a los dirigentes históricos. ¿Cómo ves ese proceso?
Creo que hay una ansiedad general por ocupar lugares, por ser candidatos, por protagonizar. Pero no se puede construir desde la violencia. Nosotros asumimos la conducción del partido con un compromiso claro: recuperar el diálogo, reconstruir las bases y volver a poner en valor la militancia.
No somos responsables de lo que pasó a nivel provincial o nacional. En Concordia perdimos por poco, la militancia estuvo. Pero todavía hay “cabezas” que no quieren soltar el control del partido y prefieren que explote antes que dejar paso a algo nuevo.
– ¿Tuviste alguna respuesta institucional o judicial tras la denuncia?
No, todavía no. En la Fiscalía me dijeron que iban a actuar rápido, pero no tuve novedades. Igual, más allá de las sanciones, lo que más deseo es que se reflexione. Que quienes generan estas situaciones entiendan el daño que provocan y que podamos recuperar el respeto entre compañeros.
Una mirada necesaria
El testimonio de Barbona expone con crudeza una realidad que el peronismo local intenta disimular: la de un espacio fracturado, con dirigencias que resisten el cambio y una militancia joven que intenta construir sobre las ruinas de un modelo agotado.
La violencia interna, verbal o simbólica, es apenas el síntoma visible de una enfermedad más profunda: la incapacidad de reconocer los errores y abrir paso a una nueva cultura política, basada en el diálogo, la transparencia y la inclusión.
En tiempos donde la sociedad reclama honestidad y renovación, los partidos tradicionales —y el justicialismo en particular— deben decidir si continúan encerrados en sus viejos rituales o si se animan a refundarse desde abajo, con mujeres y jóvenes que ya no aceptan las reglas del silencio.
Como medio, Análisis Litoral considera que este tipo de testimonios no deben verse como ataques personales o partidarios, sino como alertas constructivas: señales de que hay dentro del propio peronismo voces dispuestas a dar la batalla por una transformación real.
Documento adjunto
La denuncia presentada por Yanina Barbona ante la Comisaría Tercera de Concordia, fechada el 27 de octubre de 2025, forma parte de este informe como respaldo documental de lo expuesto.

