Algún día, todos los emperadores dejan de serlo

El lunes 15/9/25, en Odisea de LN+, Carlos Pagni y Axel Kicillof protagonizaron un acto digno de un teatro político con guión tácito: cada uno mostró sus costados más oscuros, casi sin querer.

Pagni, el emperador caído
El periodista, otrora “emperador del análisis político”, pareció olvidar por un momento la objetividad que lo hizo respetable. Su molestia por el juicio de calumnias que Milei le inició (desestimado luego) fue el motor invisible de un gesto revelador: darle a Kicillof un lugar central en un programa de alto rating.
Sin proponérselo, Pagni terminó colaborando con la campaña peronista y celebrando, como quien no quiere la cosa, el triunfo legislativo de Kicillof del 7/9/25. Quedó al descubierto lo que Milei tantas veces señalara: que detrás del discurso político circulan intereses y conveniencias, y que el oportunismo muchas veces se ve en la manera en que algunos deciden “acomodar la escena”. Algunos rumores de sobres bajo la mesa no sorprenden a nadie que mire con atención.
Lección del día: incluso los grandes analistas políticos son humanos. Y los humanos, a veces, también son oportunistas.

Kicillof, el militante encubierto
El gobernador tampoco se quedó atrás. No fue a contestar preguntas: fue a hacer campaña. Evadió temas cruciales, como qué haría como presidente o cómo cambiaría el rumbo económico del país. Tampoco reconoció logros propios, como la baja de la inflación, y volvió a su juego favorito: llamar “ultraderecha” al Gobierno, mientras la pobreza y la degradación en el conurbano crecían bajo su gestión.
Ayer, Kicillof no ganó nada más que evidenciar su rol: militante de izquierda sin propuestas, resentido y repetitivo, dejando entrever que el poder peronista circula entre los que saben mover los hilos… y los sobres.

La verdadera realidad electoral
Los auténticos triunfadores en las elecciones legislativas fueron los intendentes peronistas, dueños del aparato político del conurbano. Ni Pagni ni Kicillof parecen dispuestos a reconocerlo. La falta de paciencia de la población frente al ajuste solo acentuó la brecha entre discurso y acción.

Conclusión mordaz
Pagni, aunque brillante, perdió la corona del emperador del periodismo; Kicillof, lejos de ser el ganador que él mismo imaginó, quedó reducido a un militante sin rumbo. La escena recordaba al último debate Massa-Milei de 2023: colmillos de un lado, discursos vacíos del otro, y el público mirando el teatro con incredulidad.
Con Cristina presa y los intendentes en sus territorios, solo quedan viejos sindicalistas peronistas que tampoco son eternos. En este escenario, con errores por inexperiencia, Milei surge como la única chance de sacudir el pantano en que políticos como Kicillof nos han sumergido.

Moraleja final: hasta los emperadores caen, algunos periodistas también… y los sobres, tarde o temprano, siempre salen a la luz.