Aún tiene el descaro de opinar. Gustavo Bordet, ex gobernador de Entre Ríos y actualmente diputado nacional, se mostró crítico con el mensaje presidencial brindado por Javier Milei el lunes 15/9/2025 en cadena nacional. Lo sorprendente no es su análisis, sino que quien se encuentra mencionado en varias causas por sospecha de enriquecimiento ilícito y cuya gestión dejó a la provincia endeudada por años, hoy se atreva a pontificar sobre economía, justicia y política fiscal.
En su evaluación, Bordet calificó al presidente como una suerte de “Dr. Jekyll y Mr. Hyde”, criticando supuestas contradicciones entre anuncios y acciones. Señaló que, mientras Milei promete incrementos para jubilados, universidades y personas con discapacidad, veta leyes aprobadas por el Congreso y asfixia financieramente a las provincias, concentrando recursos en decisiones discrecionales.
El ex mandatario aseguró que “el superávit fiscal se logra recortando salarios, desfinanciando salud y educación, paralizando la obra pública y abandonando las rutas, lo que afecta directamente la competitividad de nuestras economías regionales”. En el mismo tono, advirtió sobre la apertura indiscriminada de importaciones y sus efectos en la producción entrerriana, citando la citricultura y la avicultura como sectores en riesgo frente a la competencia externa.
Bordet remarcó la necesidad de diálogo con los sectores productivos y políticas consistentes, evitando medidas de corte electoral. Sin embargo, la caradurez del dirigente no pasa desapercibida: hoy se esconde tras los fueros, mientras muchos lo consideran un candidato natural para la “ficha sucia”, dado su historial judicial y financiero.
Más allá de sus declaraciones, la incredulidad surge de un hecho simple: quien dejó una provincia endeudada y es señalado por la Justicia por enriquecimiento ilícito pretende dar lecciones sobre administración y transparencia. En otras palabras, un verdadero caso de oportunismo político que no necesita explicación: basta observar los antecedentes y la contradicción entre sus palabras y sus actos.
En un escenario político donde la credibilidad es un activo escaso, Bordet demuestra que algunos personajes aún creen que las sospechas judiciales y los balances endeudados son un detalle menor cuando se trata de opinar públicamente sobre la economía y los derechos sociales.
Redacción Análisis Litoral