El fenómeno Milei y la rebeldía juvenil: cuando los jóvenes “la ven” y los viejos se quedaron sin argumentos

Hay un dato que atraviesa la política argentina y que ni las encuestas más ortodoxas ni los viejos aparatos partidarios quieren reconocer: la mayoría de los jóvenes entre 18 y 30 años eligió a Javier Milei. No como un voto de enojo, sino como una decisión consciente frente a un sistema que consideran agotado.

En redes sociales lo resumen con una frase que incomoda a más de uno: “los jóvenes la ven, los viejos están meados”. Una síntesis brutal, pero efectiva: para ellos, la generación política anterior se conformó con migajas, se resignó a la pobreza estructural y justificó lo injustificable.

El factor redes: un terreno inmedible para la política tradicional

Este fenómeno se potencia en redes sociales, un espacio donde las encuestadoras aún no logran decodificar en profundidad. Allí no hay intermediarios, ni punteros, ni relatos filtrados por la prensa oficialista. Hay streamings, memes, debates en Twitch y TikTok, cuentas anónimas que viralizan ideas y un ecosistema digital que corre más rápido que cualquier encuesta de papel.
La política tradicional sigue midiendo con termómetros viejos una realidad que se mueve en tiempo real, en pantallas y algoritmos. Y ahí es donde Milei se vuelve imbatible: porque entiende el lenguaje de la irreverencia y del quiebre, donde los jóvenes sienten que por fin alguien los escucha.

El vacío del kirchnerismo

Los defensores más acérrimos del kirchnerismo han quedado sin argumentos ni liderazgos. La épica de los 2000 se desmoronó frente a un presente marcado por inflación, precarización laboral y un Estado ineficiente. Hoy, hablar de “proyecto nacional y popular” resulta un cascarón vacío para una generación que solo vio decadencia.

Milei, a pesar de todo

Lo interesante es que los jóvenes lo siguen incluso a pesar de las dificultades de gestión, las críticas de la oposición y las contradicciones del propio gobierno. Ven en Milei algo que ningún otro dirigente logra transmitir: coherencia discursiva, autenticidad y ruptura con la casta.
No se trata de un apoyo ingenuo, sino de una apuesta cultural. Prefieren a alguien que dice lo que piensa, aunque incomode, antes que la sobreactuación calculada de políticos tradicionales.

La oposición de los gobernadores

Mientras tanto, una decena de gobernadores intenta reagruparse. Pero la sociedad percibe esa juntadera como lo que realmente es: un pacto de autopreservación, no un proyecto alternativo. Se oponen por oponerse, hablan para sí mismos y carecen de narrativa que interpele a la gente.
El contraste es evidente: mientras los gobernadores buscan “voltear al loco”, los jóvenes ven que ese mismo “loco” expresa lo que ellos piensan en las sobremesas, en los grupos de WhatsApp y en los foros de Twitch.

Un fenómeno cultural más que electoral

El fenómeno Milei no es solo un voto coyuntural. Es un cambio cultural.
Los jóvenes no quieren más tutelajes, ni bajadas de línea universitarias, ni relatos épicos desconectados de la realidad. Quieren hablar de libertad, de meritocracia, de esfuerzo propio, de terminar con privilegios. Y encontraron en Milei un traductor de esa rebeldía generacional.

La política tradicional puede seguir subestimando este proceso, o intentar caricaturizarlo como “moda pasajera”. Pero cuanto más lo hacen, más se profundiza la fractura generacional: una juventud que ya no pide permiso para creer en otro camino, y una dirigencia que sigue discutiendo entre sí cómo administrar las ruinas del pasado.