
En tiempos donde muchas noticias parecen repetirse, de vez en cuando aparecen historias capaces de recordarnos algo esencial: en Argentina –y especialmente en Entre Ríos– la creatividad no es solo un recurso, es una forma de vida. Innovar, resolver, inventar, adaptarse. Quizás por necesidad, quizás por cultura. Pero está ahí, latente, lista para sorprender.
Así nació este hallazgo periodístico que hoy compartimos en Análisis Litoral. Una historia que empezó en un hogar entrerriano, con un problema cotidiano, y terminó revelando uno de los desarrollos industriales más silenciosos y exitosos de los últimos 30 años.
Todo comenzó con una escena íntima: una madre de 86 años, con dificultades para subir escaleras, y un hijo buscando soluciones. En ese punto aparece el descubrimiento. Un ascensor compacto, elegante, luminoso, de instalación rápida… y argentino. Más aún: entrerriano, fabricado en Paraná.
Lo sorprendente es que, en medio de la búsqueda, este dispositivo no surgió en una feria tecnológica ni en un anuncio publicitario. No. Apareció casi por casualidad en redes sociales, como esos tesoros ocultos que uno encuentra sin proponérselo. Y detrás de ese producto había una historia formidable, una empresa familiar con tres décadas de trayectoria y un diseño completamente nacional.
Cuando las cámaras se encendieron para contar la experiencia, apareció Maitane, representante de la firma. Con la naturalidad de quien conoce su oficio, explicó que aquel ascensor doméstico –capaz de instalarse en un solo día, sin fosa, sin obra pesada y adaptable a casi cualquier espacio– fue desarrollado y patentado en Paraná en 1995.
Treinta años después, esa innovación entrerriana no solo sigue vigente: se exporta a Estados Unidos y España, mercados altamente competitivos donde la empresa logró habilitaciones, certificaciones y ventas sostenidas.
De hecho, uno de esos ascensores está instalado nada menos que en la casa de Justin Bieber. Sí: un producto entrerriano en un hogar que cualquier marca internacional pagaría por alcanzar.
Mientras tanto, en Argentina la empresa permanecía casi en el anonimato. No por falla propia, sino porque la demanda externa los absorbe desde hace años. Pero la historia volvió al país de la forma más noble: para solucionar un problema cotidiano en una familia argentina.
El ascensor –que puede incorporar distintos tamaños, permitir ascenso parado o sentado, e incluso alojar una silla de ruedas– demostró algo más que funcionalidad. Demostró que la industria nacional no solo compite: lidera. Que desde Entre Ríos se puede fabricar tecnología de primer nivel, venderla al mundo y, al mismo tiempo, cambiar la vida de nuestros mayores.
Un espacio abierto para la creatividad entrerriana
Desde Análisis Litoral creemos que este tipo de historias merecen ser contadas. Porque inspiran. Porque rompen prejuicios. Porque confirman algo que a veces olvidamos: sí se puede. Es posible. La creatividad y el talento siguen existiendo, incluso en contextos adversos.
Y este caso es apenas uno entre tantos ejemplos que Entre Ríos ha sabido ofrecer a lo largo de su historia. Industria, cultura, tecnología, ciencia, artesanía, agroinnovación: la provincia está llena de proyectos valiosos que muchas veces no encuentran un canal para mostrarse.
Por eso dejamos abierto este espacio para que más emprendedores, inventores, diseñadores, técnicos y creadores puedan contar su historia. Para demostrar que la creatividad no es un privilegio, sino un impulso que se multiplica cuando se comparte.
Si vos o tu emprendimiento tienen algo que mostrar, este es su lugar. Queremos conocerlo y contarlo.
Porque cuando un invento entrerriano llega a Estados Unidos y Europa…
…pero vuelve para ayudar a la mamá de 86 años de un vecino…
…ahí entendemos de qué está hecha realmente la innovación.
De empatía.
De ingenio.
De talento argentino.
Y, en este caso, profundamente entrerriano.
