Por Análisis Litoral

Concordia, ciudad de historia rica y recursos abundantes, atraviesa un presente donde las excusas parecen haber reemplazado a los proyectos. Cada vez que se plantea una obra, un plan o una visión de futuro, la respuesta es la misma: “no hay plata”. Pero la realidad es más profunda: lo que falta no es dinero, sino ideas, gestión y coraje para imaginar el desarrollo que esta ciudad merece.
La Represa de Salto Grande, orgullo regional y motor energético del país, está ubicada en jurisdicción de Concordia, que otrora fuera “la perla” y la mas prospera del rio Uruguay (solo basta ver obras patrimoniales que aun hoy son un testimonio de aquel brillo que supo tener. Sin embargo, el potencial transformador que alguna vez representó Salto Grande fue reducido a su función técnica de generar electricidad. El sueño integral de desarrollo regional quedó relegado, silenciado, o lo que es peor: olvidado.
Concordia, la represa y un proyecto que fue mucho más que energía

La historia de Salto Grande no empezó con las turbinas, sino con una visión: la de una región binacional unida por el agua, la energía, el comercio y el turismo. El Tratado Binacional de 1946, firmado por Perón y Tomás Berreta, establecía prioridades claras: el agua debía servir primero para consumo humano, luego para navegación, y recién en tercer lugar para la generación eléctrica.
Hoy ese orden está completamente invertido. La energía se mantiene como el único foco, mientras el desarrollo económico, turístico y social de Concordia ha sido abandonado o relegado a acciones menores bajo la etiqueta de “responsabilidad social empresaria”. Escuelas, talleres, charlas, sí; pero ¿dónde están los grandes proyectos?

¿Qué fue de las iniciativas que podrían haber transformado Concordia?
Concordia supo tener ideas ambiciosas y factibles:
- Un tren turístico internacional, que uniera Paso de los Toros (Uruguay) con Concepción del Uruguay, pasando por Concordia.
- Un puerto de barcazas operativo, aprovechando la navegabilidad aguas arriba con desvíos por afluentes del río Uruguay.
- Un aeropuerto internacional de cargas, clave para integrar la ciudad al comercio regional y mundial.
- Una gran costanera integrada, desde Ruta 015 hasta la zona de la -QANebel, que proteja las barrancas y dinamice la economía local.
- Y sobre todo, una planta de hidrógeno verde, utilizando los dos grandes insumos que Salto Grande (y por ende Concordia) posee: agua y energía limpia.
- El canal de riego norte , que bien podria irrgar grandes extensiones de campo para la siembra de diversas especies.
- Porque no propiciar un centro nacional del mueble dada la gran disponibilidad de materia prima.
Todos estos proyectos fueron propuestos, evaluados, incluso celebrados en foros binacionales, pero nunca ejecutados. ¿Por qué? Porque la voluntad política no acompañó, y porque no se permitió que nuevas ideas prosperen si no salían del círculo de poder oficial.
La Cámara de Turismo: una lección de lo que sí se puede hacer
Un ejemplo de visión concreta y transformadora fue la Cámara de Turismo de Concordia, que en las décadas pasadas fue clave para la promoción de la ciudad como destino de descanso y salud, la creación del Parque Termal, y el impulso de circuitos turísticos innovadores. Sin grandes recursos, pero con ideas y compromiso, transformaron la percepción de la ciudad. Hoy ese mismo impetu desaparecio y sus referentes han sido , ignorados o marginados.
¿Qué hubiera pasado si se los hubiese escuchado más? ¿Cuánto más podríamos haber avanzado si esa actitud proactiva hubiera sido replicada por los gobiernos locales y provinciales?
Inversores existen: lo que falta es visión local
En el mundo actual, existen miles de inversores, fondos verdes, organizaciones multilaterales y plataformas de financiamiento interesadas en proyectos innovadores, sustentables y con impacto regional. No es utopía: es realidad.
Pero para que lleguen a Concordia, primero hay que tener una idea concreta, un plan serio y una actitud activa. La inmovilidad no es cautela: es resignación. Y esa resignación nos condena al atraso.
Ningún inversor llega a donde no ve movimiento, debate, visión o liderazgo. Por eso, el desafío no está afuera, está adentro: hay que volver a pensar, a proyectar, a salir del letargo.
¿Y del otro lado del río?
Mientras tanto, en Salto (Uruguay), Carlos Albisu, hasta 2023 presidente de la Delegación CTM por ese país, impulsaba una CTM con perfil de desarrollo: navegación, comercio transfronterizo, turismo, producción energética diversificada, y uso estratégico del hidrógeno verde. Del lado argentino, en cambio, la CTM y los sucesivos gobiernos se limitaron a administrar la energía, sin incorporar una sola gran idea en las últimas décadas.
¿Qué nos pasó, Concordia?
Concordia tuvo una generación de oro que supo soñar en grande. Miguel Huarte, Aníbal Requena, Jorge Malleret, Kazilari, Racca, González, y tantos otros, pensaban el futuro con pasión. Las generaciones del ’60 y ’70 impulsaron el aeropuerto, el autódromo, el Aero Club y hasta la represa. Había fuego interno. Había compromiso. Hoy, ese fuego está casi extinguido.
Y lo más preocupante es que todo intento actual de proponer algo nuevo es descartado si no proviene del gobierno de turno. Una lógica perversa que empobrece el debate público, desmotiva a los emprendedores y condena a la ciudad al estancamiento.
Llamado a la acción: ideas, no excusas
Concordia no necesita más diagnósticos. Necesita decisión, creatividad y apertura.
Los ciudadanos, profesionales, instituciones, y empresarios deben recuperar el protagonismo. Se pueden recuperar proyectos. Se pueden generar nuevos. Pero primero hay que salir del letargo mental y político.
Porque el problema no es la falta de fondos.
El verdadero drama de Concordia es que dejó de pensar en futuro.
¿Qué podemos hacer?
- Participar activamente en los espacios donde se debaten ideas.
- Recuperar la historia para no repetir el estancamiento.
- Exigir transparencia en la gestión de CTM, CAFESG y el municipio.
- Apoyar a los actores sociales y empresarios que proponen caminos alternativos.
- Pensar regionalmente, con Concordia como eje articulador del desarrollo.
- Promover iniciativas viables que puedan ser financiadas internacionalmente.
Conclusión
La ciudad que soñó Salto Grande, que construyó un aeropuerto cuando pocos creían, que promovió el termalismo antes de que fuera moda, no puede resignarse a sobrevivir con promesas vacías ni a paralizarse por falta de imaginación.
No es falta de plata. Es falta de ideas. Y también de actitud.
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