De “La Morsa” a Fred Machado: las sombras del narcotráfico que contaminan la política argentina

La política argentina vuelve a quedar enredada en los hilos oscuros del narcotráfico, los aportes ilegales y la sospecha de complicidades institucionales. Lo que ayer fue el triple crimen de General Rodríguez, con el señalamiento directo de Martín Lanatta contra Aníbal Fernández como supuesto “autor ideológico” de la masacre vinculada a la efedrina, hoy se reactualiza en otro frente: una transferencia internacional por 200.000 dólares al diputado José Luis Espert, registrada en la contabilidad oficial del Bank of America, proveniente de la estructura empresarial de Fred Machado, detenido en Argentina y requerido por Estados Unidos por narcotráfico y lavado de dinero.

El antecedente: Aníbal Fernández y “La Morsa”

En 2015, durante una entrevista en el programa Periodismo Para Todos, el ex policía Martín Lanatta –condenado a perpetua por el homicidio de Sebastián Forza, Damián Ferrón y Leopoldo Bina– acusó al entonces jefe de Gabinete Aníbal Fernández de ser el “autor ideológico” del triple crimen.

Lanatta aseguró que había trabajado bajo las órdenes de funcionarios cercanos al dirigente kirchnerista en el RENAR, que recaudaba dinero ilegalmente, y que incluso llegó a llevar sumas millonarias en dólares a la casa del propio Fernández, supuestamente provenientes de carteles mexicanos vinculados al negocio de la efedrina. El juicio oral de 2012 ya había dejado flotando la hipótesis de un “apoyo institucional” detrás de la logística del crimen.

Anibal Fernandez

La denuncia nunca prosperó en la Justicia, pero el estigma sobre Aníbal Fernández –a quien se lo apodó “La Morsa”– marcó a fuego su figura política y quedó grabado en la memoria colectiva como uno de los episodios más oscuros de la historia reciente.

El presente: el caso Espert y los dólares de Machado

Ahora, el escándalo salpica a otro sector político: el del liberalismo que se referencia en La Libertad Avanza. Según documentación oficial incorporada a un juicio en Texas, el 22 de enero de 2020 el Bank of America registró una transferencia internacional de 200.000 dólares destinada a José Luis Espert, entonces candidato presidencial. El giro habría partido de una empresa de Debra Mercer-Erwin, socia de Fred Machado, utilizada como fachada para operaciones de narcotráfico y lavado.

El detalle inquietante es que, junto al nombre de Espert, figura el código del avión privado que Machado le prestó durante la campaña presidencial de 2019, un hecho que el propio diputado admitió públicamente. Aunque Espert se negó a confirmar o desmentir la recepción de esos fondos, la evidencia forma parte del expediente “USA v. Mercer-Erwin et al.” y fue aceptada como prueba en el juicio norteamericano.

José Luis Espert y Nazareno Etchepare, en 2019, delante del avión de Fred Machado

La incomodidad del oficialismo y la sonrisa del kirchnerismo

La revelación no podría llegar en peor momento: en plena campaña de medio término, Espert –aliado parlamentario del presidente Javier Milei– queda bajo sospecha de haber recibido financiamiento de origen narco, no declarado ni ante la Justicia Electoral ni ante la AFIP. El presidente se vio obligado a salir a dar la cara por su diputado, un gesto que evidencia la magnitud política del caso.

El kirchnerismo, que durante años cargó con el fantasma del triple crimen y las acusaciones contra Aníbal Fernández, encuentra ahora un terreno fértil para relativizar sus propios escándalos y señalar a la oposición liberal con el mismo dedo acusador: “no hay sector de la política que esté a salvo del financiamiento turbio”.

Narcotráfico y política: un matrimonio peligroso

Lo que une a ambos episodios –el de Aníbal Fernández en 2008/2015 y el de Espert en 2019/2020– no son solo los nombres propios, sino una trama más profunda: la penetración del dinero del narcotráfico en las campañas electorales argentinas. Carteles, empresarios oscuros, vuelos privados, transferencias internacionales y una dirigencia que, en lugar de cortar de raíz cualquier vínculo sospechoso, termina enredada en defensas titubeantes y silencios selectivos.

Mientras tanto, la Justicia avanza a paso lento, los expedientes se diluyen en tecnicismos y la sociedad observa con resignación cómo el financiamiento político se ensucia, sin importar el color partidario.

La historia parece repetirse con otros protagonistas, pero con un mismo trasfondo: la política argentina, otra vez bajo la sombra del narcotráfico.