
La escena es tan simple como inquietante: sobre Avenida Eva Perón, antes de llegar al barrio La Bianca, avanza una obra de casi dos hectáreas sin cartel, sin permisos visibles y sin información oficial. El municipio no responde consultas, no acredita inspecciones y ni siquiera identifica al responsable de los movimientos de tierra.
En ese vacío de control, surge la pregunta que nadie se anima a formular pero que en los pasillos municipales ya se comenta: ¿se está preparando el terreno para una “saladita” o un gran mercado de pulgas en una de las avenidas más transitadas de Concordia?
No sería la primera vez que un emprendimiento informal se instala aprovechando la inacción del Estado.
Casi dos hectáreas rellenadas en un humedal urbano
Lo que se observa desde afuera es un cerco prolijo con aberturas y un terreno desmontado y rellenado que alcanza los 19.935,32 metros cuadrados, superficie equivalente a casi dos canchas de fútbol.
Lo que no se ve —porque el Estado no lo informa— es quién ordenó estas obras en un sector que, según vecinos y especialistas, forma parte de un humedal urbano protegido.
El propio Consejo de Humedales lo explicó en reiteradas oportunidades. El biólogo Eduardo Etchepare, presidente del organismo, remarcó que estos ambientes cumplen funciones críticas:
- purifican el agua,
- absorben lluvias,
- regulan el escurrimiento,
- garantizan conectividad ecológica.
Al rellenarlos, la ciudad queda expuesta a inundaciones incluso con precipitaciones leves, como ya ocurrió en Corrientes, Resistencia y la propia Concordia, donde “las calles se anegan con apenas unos milímetros porque se destruyeron los humedales”, explicó Etchepare.
Pero el daño no se ve de inmediato: primero llegan las filtraciones, luego los asentamientos, después las viviendas que se desmoronan y, finalmente, el agua recupera su curso natural. “El agua no se frena: solo se trasladan los problemas a los vecinos”, resumió el especialista.
La matriz del descontrol: violar normas primero, pedir perdón después
Lo de Eva Perón no es un caso aislado. Es parte de una forma de gestión —o de ausencia de gestión— que ya se volvió práctica habitual en Concordia:
- propietarios con recursos rellenan, construyen o destruyen patrimonio,
- la municipalidad llega tarde, casi siempre por denuncia,
- el daño es irreversible,
- los infractores piden eximiciones, excepciones o “readecuaciones”,
- el municipio termina convalidando lo que no controló.
La lista de antecedentes es larga y reciente:
• Cantená (Carriego 76)
Destruyeron una fachada histórica protegida y violaron el FOT. Con la obra terminada, sin Final de Obra posible, pidieron eximición de multas y anexión de un lote lindero también protegido para “tapar” los metros excedidos.
• Horizonte Centro
Duplicó la superficie permitida y luego obtuvo excepciones.
• Portal Norte
Mismo método, mismos profesionales, mismo final: excepciones municipales luego de construir fuera de norma.
En todos los casos, la secuencia es idéntica: primero la ilegalidad, después la negociación.
¿Quién es el propietario del predio de Eva Perón?
Según registros catastrales, desde 2018 el terreno pertenece a Gustavo Martín Núñez, empresario conocido por su participación en Puerto Príncipe S.A., firma que gestionó la discoteca B612 en el puerto hasta que el municipio rescindió el contrato en 2019 (gestión Cresto) por incumplimientos, deudas comerciales y falta de claridad en la composición societaria.
A Núñez también se lo vincula con:
- el Hotel Flair, ubicado exactamente frente al predio,
- el hotel alojamiento Fun & Love.
Y su nombre aparece asociado a distintas gestiones municipales: primero Bordet, luego Cresto/Francolini y ahora Azcué.
Dentro del municipio se lo señala como posible prestanombres de empresarios con fuerte poder económico y relaciones políticas transversales.
Un daño ambiental que se repite y una ciudad que mira para otro lado
Vecinos y ambientalistas aseguran que este predio ya había sido rellenado en el pasado, y que las obras nunca obtuvieron aprobación porque el propietario no cumplió con las remediaciones ambientales obligatorias.
Ahora, el cerco se levanta y la obra avanza como si nada.
Las versiones se multiplican: algunos escucharon que sería un emprendimiento turístico; otros afirman que presentó un proyecto para locales comerciales.
Pero la preocupación es otra: la instalación de un gran mercado informal, una suerte de “saladita” o megagalería, aprovechando el enorme flujo de la avenida.
Si esto ocurriese, la municipalidad no solo habría perdido control ambiental: también habría perdido control económico, comercial y territorial, creando un polo informal en una de las entradas más valiosas de Concordia.
Eva Perón: el síntoma más visible de una administración sin autoridad
El periodista Federico Odorisio lo sintetizó en su informe: lo que ocurre en Eva Perón no es una excepción, es un modelo.
Y el modelo siempre funciona igual:
- El municipio no controla.
- Los privados avanzan sin permisos.
- Los daños se consolidan antes de que el Estado intervenga.
- El reclamo se vuelve administrativo, no preventivo.
- Y las soluciones terminan siendo políticas, no técnicas.
Es lo que el Consejo de Protección de Humedales denunció en septiembre de 2024, cuando reveló loteos enormes sin autorización, sin pedido de uso de suelo y sin intervención profesional.
Nada cambió desde entonces.
La pregunta final: ¿quién gobierna el territorio?
La gravedad del caso no está solo en el movimiento de tierra ni en el daño ambiental, sino en lo que revela:
la municipalidad ha perdido la capacidad de ordenar su propio territorio.
Si dos hectáreas de un humedal pueden rellenarse sin permiso, sin inspecciones y sin información oficial, ¿qué se puede esperar cuando empiece la construcción real?
¿Un complejo comercial?
¿Un negocio turístico?
¿Una “saladita” encubierta en el acceso norte?
La respuesta debería darla el gobierno municipal.
El silencio —hasta ahora absoluto— solo confirma algo más inquietante que cualquier obra:
que en Concordia, en algunos sectores, la autoridad ya no está en manos del Estado, sino de quienes se animan a avanzar primero y preguntar después.
