
Hay gestos que dicen más que mil comunicados. La omisión deliberada, el silencio selectivo y la invitación que nunca llega también son formas de comunicar. Y en Concordia, el Municipio parece haber elegido ese camino frente a los medios que no están dispuestos a aplaudir sin preguntar.
Desde este humilde pero persistente programa, “Jugo de Naranja” (FM 98.1 MHz Pop radio), queremos realizar un llamado de atención público ante una situación que consideramos grave: la discriminación intencionada hacia medios de comunicación que cumplen su rol esencial, señalar errores, incomodidades y contradicciones de la gestión municipal.
Esta semana, con motivo de las visitas periódicas al aeropuerto Comodoro Pierrestegui, se cursaron invitaciones a distintos medios y programas locales. Sin embargo, Jugo de Naranja fue ignorado por completo. No por descuido. No por error administrativo. Fuimos marginados.
La situación fue comunicada formalmente al director del EDAC, a Darío Buffet y al área de Comunicación del Municipio. La respuesta fue el silencio. Un silencio que hace ruido. Porque ocurre, una vez más, que no formamos parte del circuito de medios “amigos” del poder local. Y en Concordia, parecería que la pauta implícita es clara: si no aplaudís, no entrás; si preguntás, quedás afuera.
No es lamentable. Es triste. Triste porque decepciona. Decepciona porque quienes ocupan cargos públicos deberían entender que el periodismo no existe para agradar, sino para informar y controlar. Y, objetivamente hablando, eso es lo que hacemos: periodismo de verdad.
Por eso, agradecemos —sí, agradecemos— públicamente a la Municipalidad de Concordia por no invitarnos a conocer de primera mano los proyectos vinculados al aeropuerto Pierrestegui. Seguiremos investigando a nuestra manera, como lo hemos hecho siempre. Y con resultados que molestan justamente por su precisión.
En abril de este año advertimos que el aeropuerto difícilmente estaría operativo en lo inmediato. El primer vuelo comercial se concretó recién el 4 de diciembre, prácticamente sobre el cierre del año. Si se descuentan feriados y tiempos administrativos, nuestro pronóstico fue certero. No era mala intención: era información.
Esa es la diferencia que algunos funcionarios parecen no tolerar.
Como solemos decir, desconfiamos. Porque desconfiar del poder es una obligación periodística. Pero no somos malas personas. Somos comunicadores que no negocian su rol ni piden permiso para preguntar.
La exclusión no nos calla.
Nos confirma.
