La confianza en los medios, en caída libre
La relación de los argentinos con los medios de comunicación atraviesa uno de sus momentos más tensos. Según la encuesta nacional de Trends (mayo de 2025), el 59,1 % de la ciudadanía dice confiar en los medios en general. Pero detrás de ese número aparecen contrastes fuertes: un estudio de Zubán Córdoba (abril de 2024) señaló que apenas el 14,2 % confía en ellos como instituciones, mientras que más del 80 % directamente desconfía.
Los periodistas no corren mejor suerte: ocho de cada diez argentinos dicen desconfiar de su trabajo. El Instituto Reuters (2025) agregó otro dato revelador: solo el 30 % de los encuestados confía en “la mayoría de las noticias en general”, y esa confianza mejora apenas cuando la información proviene de medios elegidos personalmente.
Credibilidad en duda frente al poder
La falta de confianza también golpea la función de los medios como contrapeso político. Para la mayoría, los medios no logran limitar al gobierno ni fiscalizar al poder real. Solo el 28,3 % cree que pueden hacerlo. La mitad de los encuestados opina que tampoco los periodistas tienen esa capacidad, lo que evidencia una pérdida de legitimidad simbólica.
Periodismo precarizado y más vulnerable
A esta crisis de credibilidad se suma la precarización del oficio. El 61 % de los periodistas cobra salarios por debajo de la línea de pobreza, según el SiPreBA. Muchos deben sumar varios empleos para sobrevivir. Y no se trata solo de lo económico: un 27 % sufrió agresiones en el último año, la mayoría en redes sociales, y casi un tercio padece problemas de salud vinculados a la presión del trabajo.
Un periodismo mal pago, hostigado y sin respaldo institucional difícilmente puede ejercer un rol autónomo frente al poder político o económico.
Redes sociales: el nuevo escenario de la opinión pública
La gran diferencia con décadas pasadas está en la irrupción de las redes sociales. Si en los noventa la agenda pública se definía casi en exclusiva en los grandes medios, hoy ese poder se encuentra fragmentado.
Plataformas como X, Facebook, Instagram, TikTok o YouTube no solo son canales de distribución, sino verdaderos espacios donde se forma opinión. Allí la información se mezcla con emociones, desinformación, memes políticos y mensajes virales que, muchas veces, influyen más rápido que una tapa de diario.
Además, las redes trasladaron la confianza hacia comunidades digitales y referentes individuales —influencers, streamers o cuentas anónimas virales— que ganan un protagonismo impensado frente al periodismo tradicional. Esto refuerza la fragmentación del espacio público y profundiza la polarización.
Un clima de opinión más frágil y cambiante
La opinión pública argentina ya no se construye únicamente desde los medios tradicionales. Hoy es un terreno líquido, cambiante y altamente emocional. La ciudadanía oscila entre la desconfianza hacia los medios institucionales y la búsqueda de legitimidad en voces digitales más cercanas.
La consecuencia es clara: el poder de moldear el debate ya no pertenece a unos pocos grandes medios, sino a un ecosistema donde conviven noticias, fake news, discursos políticos, comunidades digitales y tendencias virales que en horas pueden instalar un tema en la agenda nacional.
Por: Alejandro Monzon (Mger en RR.PP) para https://www.analisislitoral.com.ar/
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