Opinión | El aeropuerto que no fue: del polo exportador al taxi aéreo de veinteañeros

Desde este medio celebramos toda mejora en conectividad y desarrollo para Concordia, incluso la incorporación de una aerolínea privada que, con dos vuelos semanales, permitirá unir a nuestra ciudad con Buenos Aires. Sin embargo, resulta imposible no detenerse en el trasfondo de esta historia: lo que se perdió en el camino.

El Aeropuerto Internacional de Cargas proyectado en su origen para Concordia prometía ser mucho más que una simple terminal aérea: era una plataforma de despegue para la región de Salto Grande. Hablamos de una herramienta clave para la radicación de industrias, para potenciar exportaciones, y para convertir a Concordia —una de las ciudades con mayores índices de pobreza del país— en un nodo logístico estratégico del MERCOSUR.

Ese proyecto ambicioso, con apoyo internacional y proyección de largo plazo, fue sepultado en silencio. En su lugar, se avanzó con una terminal remodelada, adaptada a una operatividad de vuelos regulares menores, y ahora —en el marco de una desregulación improvisada— se presenta una aerolínea sin flota propia, fundada por tres jóvenes de entre 20 y 21 años, sin experiencia en el sector, y con vínculos políticos llamativos.

Humming Airways no tiene aviones. Actúa como bróker, alquilando aeronaves de terceros. Su capital social, que no llega ni al costo de un automóvil de alta gama, nos habla de un modelo low-cost en todo sentido. A eso se suma una tarifa superior a los 200 mil pesos por tramo, un lujo fuera del alcance del común de los concordienses, en una ciudad donde la mayoría apenas llega a cubrir necesidades básicas.

“Esto es fruto de mucho tiempo de trabajo con actores locales, intendentes de la región y el Gobierno de la Provincia” afirmó el Intendente Azcué.

Pero más allá de las dudas razonables sobre la sostenibilidad del emprendimiento, lo verdaderamente indignante es la oportunidad perdida. La región tuvo —y aún tiene— el potencial para posicionarse como un centro logístico regional, generador de empleo genuino, impulsor de pymes exportadoras, de cooperativas agroindustriales, de valor agregado. Pero esa visión fue truncada por la mezquindad política, la falta de planificación, la corrupción y la desidia.

El actual gobierno local y provincial parecen celebrar con entusiasmo lo que, a todas luces, es una solución marginal a un problema estructural. Conectar Buenos Aires con Concordia en un avión alquilado no equivale a transformar la matriz productiva. No es un plan estratégico de desarrollo. Es, en el mejor de los casos, un parche.

Y entonces cabe preguntarse:
¿Dónde estaban los legisladores, intendentes de la zona y autoridades de los departamentos de Bella Union , Salto y Paysandu ROU, cuando se abandonó el proyecto original del aeropuerto de cargas?
¿Por qué la dirigencia política permitió que se diluyera una herramienta clave para combatir la pobreza estructural de la región?
¿Cómo puede explicarse que se haya retrocedido tanto, conformándose con un servicio aéreo mínimo, cuando lo que se necesitaba era una transformación profunda?
¿Será que todavía estamos a tiempo de recuperar ese horizonte perdido?
¿O seguiremos celebrando migajas mientras el futuro se nos escapa en vuelos de ocasión?

Esta nota de opinión es de autoría de Análisis Litoral. Si la reproduce, cite la fuente.
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