Todo lo que importa en política: el cargo

En la Argentina contemporánea, las convicciones ceden paso al oportunismo y el objetivo de fondo parece reducirse a ocupar un puesto. Una radiografía del sistema que premia la rosca y castiga la coherencia.

Por Análisis Litoral
6 de agosto de 2025

El cargo como único horizonte

En los últimos años, la política argentina ha demostrado una vez más que, para muchos dirigentes, el verdadero norte no es el pueblo ni las ideas, sino el cargo. Es el lugar en la lista, la banca en el Congreso, el contrato en la estructura del Estado o el acceso a un organismo descentralizado. Todo se negocia en nombre de esa meta.

Las crisis sociales, económicas e institucionales parecen no ser un límite para las maniobras partidarias, donde la rosca y el acomodo se imponen sobre el mérito, la gestión o los principios.

Del “proyecto” al “puesto”: el peronismo entrerriano en campaña

Un caso reciente lo muestra con claridad: Adrián Bahl y Guillermo Michel, dos figuras del oficialismo entrerriano que durante años ocuparon roles claves bajo el ala de Gustavo Bordet,y del kirchnerismo en el anterior gobierno de Alberto Fernandez, hoy vuelven al ruedo como candidatos a diputados nacionales. Ambos, lejos de asumir algún nivel de autocrítica por el deterioro social y económico de Entre Ríos —una provincia con índices alarmantes de pobreza, desempleo y desinversión—, se lanzan con discursos renovados que omiten su propio pasado.

Michel, exdirector general de Aduanas, se presenta como defensor de los intereses provinciales frente al ajuste nacional, pero fue parte activa del esquema kirchnerista que gobernó hasta 2023. ¿Puede representar un “cambio” quien fue ejecutor de lo anterior? Bahl, por su parte, busca reinventarse tras perder la intendencia de Paraná y asegura ahora tener “una mirada federal y transformadora” desde el Congreso. El problema es que esas promesas ya fueron escuchadas… y desoídas.

Cambios de camiseta y transfuguismo: todo por un sillón

El fenómeno no es exclusivo del peronismo. En todo el arco político se repiten escenas similares: dirigentes que saltan de un espacio a otro, que fundan sellos electorales a medida o que reconfiguran su discurso de acuerdo al clima de época. El corrimiento del centro ideológico ya no es motivo de escándalo, sino una estrategia normalizada.

Basta observar las recientes incorporaciones en listas de La Libertad Avanza en las provincias: personajes del viejo radicalismo, ex massistas e incluso ex kirchneristas ahora se visten con la camiseta libertaria y juran lealtad a Milei. No es ideología, es supervivencia. El cargo es el objetivo; la coherencia, un detalle prescindible.

Funcionarios reciclados y el “mientras tanto”

Otra variante de esta lógica es la multiplicación de cargos públicos como premio consuelo. Aquellos que no logran ganar una elección o no encuentran espacio en una lista, muchas veces son reciclados en organismos como la CAFESG, CTM, Organismos provinciales, el ENOHSA, delegaciones de ANSES, PAMI o entes provinciales.

La multiplicación de cargos públicos como premio consuelo se observa en casos donde individuos que no logran ganar una elección o no obtienen un lugar en una lista son reubicados en organismos como la CAFESG, CTM, entre otros. La lógica de reciclar funcionarios se muestra cuando personas que no tienen éxito en elecciones o no consiguen un lugar en una lista son asignadas a organismos como CAFESG, CTM, ENOHSA, ANSES, PAMI o entes provinciales. Esta práctica refleja la idea de premiar a quienes no logran alcanzar puestos electorales con cargos públicos, como una especie de consuelo. En lugar de abandonar la escena política, muchos optan por aceptar roles en estos organismos para mantenerse activos y continuar beneficiándose de la red de contactos y recursos del Estado. En resumen, esta estrategia permite a políticos sin éxito en las urnas mantenerse cerca del poder y seguir disfrutando de los beneficios asociados a cargos públicos.

En Concordia, tras la asunción del nuevo gobierno municipal, decenas de contratados quedaron afuera de la estructura, lo que dejó al descubierto una trama de “acomodos” sin funciones claras. Muchos de esos contratos habían sido otorgados por favores políticos o en pago a militancia, no por competencias técnicas.

La militancia vaciada y el cinismo premiado

Este escenario alimenta una creciente desilusión social. Las bases militantes se ven cada vez más vaciadas, mientras que los ciudadanos perciben —con razón— que la política se convirtió en un club de privilegiados que se reparten el poder y los recursos.

En este esquema, la honestidad es ingenuidad; la militancia desinteresada, un romanticismo marginal; y la crítica interna, una amenaza. El cinismo y la obediencia, en cambio, son premiados con lugares en listas, contratos y embajadas.

¿Es posible otra política?

La frase “todo lo que importa en política es el cargo” no es solo un diagnóstico: es una alarma. Porque cuando el sistema premia el acomodo sobre la gestión, y la traición sobre la lealtad, lo que está en juego no es solo la calidad de los dirigentes, sino la credibilidad democrática.

La sociedad reclama otra cosa. Lo que aún no logra encontrar —o no se lo dejan construir— es una dirigencia que entienda el cargo no como un fin, sino como un medio. Un medio para servir, transformar y representar. ¿Quedarán políticos con esa vocación? ¿O el sillón seguirá siendo la única brújula?