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El senador Victor Sanzberro, que resultó electo por Victoria, estaría resistiendo la exigencia de ceder su lugar a su suplente, la MADRE de STRATTA, tal como lo hizo Hugo Maín, quien había asumido su banca el 10 de diciembre y presentó la «renuncia” para dejarle su banca a Claudia Silva, esposa de Bahl. En el pasado, Sanzberro ya había renunciado a una concejalía para ser Secretario de Hacienda cuando el padre de Stratta era intendente, y no estaría dispuesto a repetir.
María Laura Stratta, la primera mujer vicegobernadora de Entre Ríos, actualmente presidenta del bloque opositor de la Cámara de Diputados de Entre Ríos, y la jefa del peronismo de Victoria, tejió una estrategia para tomar el control político de su ciudad natal que le salió casi a pedir de boca, ya que logró debilitar a Juntos por el Cambio y consiguió coronar en la intendencia a su patrocinada, Isa Castagnino. De esta manera el PJ recuperó Victoria y también ganó la senaduría. Además, Stratta logró cobrarse una vieja deuda personal y se apoderó de facto de la intendencia de Victoria, ya que armó el Municipio a su gusto asignando todos los cargos.
El candidato a la cámara alta por Victoria era un soldado de Stratta, el hasta ese momento concejal y ahora senador, Victor Sanzberro. Para gran sorpresa, pusieron como su suplente a la madre de Stratta, María Alcira Liprandi por iniciativa y presión de la que era la mujer más importante de la política entrerriana, y nadie se animó a cuestionarla. Por un acuerdo, Sanzberro habría sido uno de los 80 designados por la vicegobernadora en el senado de la provincia, como premio consuelo en caso de tener que dar un paso al costado.
La jugada era un poco obvia, poner a la madre de Laura Stratta como una candidatura testimonial, para dar más relevancia y atractivo a la lista, pero salvaguardar su figura en caso de una derrota. Si se conseguía el triunfo, cosa que finalmente sucedió, el siguiente movimiento sería pedirle a Sanzberro que dé un pasito al costado, que renuncie con alguna excusa, y poner en su lugar a Maria Alcira Liprandi, mamá de Stratta.
Sanzberro ya se había visto obligado a renunciar a un cargo al cual le tenía mucho apego cuando el padre de Stratta era el intendente. Dejó la concejalía que había ganado y fue ubicado como secretario de Hacienda de la Municipalidad. En estos momentos se está haciendo correr el rumor de que debido a problemas de salud de la intendenta Isa Castagnino, Sanzberro sería llevado, otra vez, al puesto de Secretario de Hacienda del municipio para hacerse cargo del manejo de la ciudad, lo cual abriría el acceso directo a la madre de Stratta al senado provincial, con lo que la ex vicegobernadora extendería su presencia y poder a la Cámara Alta de manera indirecta.
Parece que Víctor Sanzberro NO estaría dispuesto a complacer lo que le estaría exigiendo María Laura Stratta, por el RECHAZO MASIVO que ya sufrió la misma acción que involucró al ex intendente de María Grande, Hugo Maín, que “abdicó” su senaduría en favor de la esposa de Adan Bahl, Claudia Silva, aduciendo “motivos de salud”.
Stratta, a pesar de haber obtenido en tiempo record una jubilación de privilegio a los 47 años por sus cuatro años de vicegobernadora que le asegura un futuro sin preocupaciones, está urgida por apoderarse de la banca de Sanzberro, quien estaría siendo víctima de una enorme presión por parte de ella y también de Gustavo Bordet, que ya impuso a su esposa como diputada provincial, a la que ubicó tercera en la lista del PJ SIN tener ningún antecedente político.
Pero Sanzberro NO estaría dispuesto a quedar en el centro de la polémica, porque marcaría el final de su carrera política, y aún tiene aspiraciones, como la intendencia a la que fue pre candidato en las últimas elecciones. Es más, según trascendió, estaría decidido a renunciar a la designación en el senado, cortesía de Stratta, que recibió mientras ejercía el cargo de concejal en Victoria.
El bahlismo consiguió su objetivo al ubicar a Silva en la Senaduría, ahora es el bordetismo el que está desesperado por torcer la voluntad de Sanzberro, que se habría puesto demasiado escrupuloso para el gusto de Bordet y Stratta. Se les reveló el soldado, que no quiere sacrificarse en pos de los intereses ajenos, porque lo económico que recibiría no compensa el repudio social al que se enfrentaría ante una evidente maniobra política donde se burlaría la voluntad de los votantes que lo consagraron senador con sus votos.
