Cumbre Kicillof-Pullaro: cómo se gestó la foto que salta la grieta

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Lazos personales. Sintonía generacional. Y necesidad de fondos. Detrás del apretón de manos, los abrazos y los elogios públicos entre Axel Kicillof Maximiliano Pullaro hay un hilo conductor: el áspero reinicio de la negociación de lo que quedó de la ley bases entre los gobernadores y la Casa Rosada.

La foto política se venía gestando en silencio desde hacía semanas y se concretó sin sutilezas en el mismo día en el que el gobierno nacional tenía prevista una reunión con gobernadores de lo que supo ser Juntos por el Cambio, suspendida sobre la marcha y reprogramada ahora para dentro de una semana.

Una hora de mano a mano, a solas. Elogios mutuos, agradecimientos, conferencia conjunta. El exceso de gestualidades entre Kicillof y Pullaro transparenta un acercamiento que se inició por chat y que ayer finalmente se plasmó en el encuentro. Un juego de coordenadas para ambos en el que cada uno tiene un mensaje por pasar.

Todo comenzó cuando en el celular del gobernador de Santa Fe apareció el número de Kicillof solidarizándose, en diciembre, ante una de las primeras amenazas narco que recibía apenas iniciaba su gestión. Lo personal pesa y mucho en la política. Después vino la unidad en la acción cuando los gobernadores terminaron haciendo causa común ante el hachazo al envío de fondos nacionales a las provincias por parte de Javier Milei. Y ahora tiene un camino conjunto: la necesidad de revertir ese ahogo financiero desde el Congreso.

El lugar del encuentro fue una oficina de la sede portuaria del gobierno de la provincia de Buenos Aires, en San Nicolás. Había que buscar un espacio para que Kicillof jugara de local en un municipio PRO. En esa ciudad el ministerio de Seguridad instaló una base de la Unidad Táctica de Operaciones Inmediatas (UTOI) que terminó siendo la excusa para el encuentro, con la firma de un nuevo convenio de asistencia recíproca en seguridad. La primera invitación corrió por cuenta de Pullaro, para el viernes de la semana pasada, cuando los patrulleros cedidos temporalmente por el bonaerense llegaron a Rosario, pero finalmente, se postergó hasta ayer. Fue el gobernador de Santa Fe el que ofreció acercarse para concretar la foto. Y a pesar de que estaba en agenda la reunión en la Casa Rosada, luego postergada, nunca puso en duda el encuentro con Kicillof.

Axel Kicillof y Maximiliano Pullaro, durante la reunión que los ambos gobernadores tuvieron este lunes en San Nicolás, donde firmaron acuerdos para combatir el narcotráfico. Noticias Argentinas

Lejos de esconderse, Pullaro fue por más y hasta pidió participar de la conferencia de prensa conjunta, para sorpresa del equipo bonaerense. Es evidente que tenía un mensaje que pasar. Es una foto que les sirve a los dos, resumen de ambas gobernaciones para graficar el momento.

Pullaro hace equilibrio como representante de un centro político de origen radical que busca instalarse en la agenda y que encontró en Martín Lousteau la referencia que en los últimos días reconfiguró el mapa opositor con su rechazo al DNU fundacional de Milei. Aquella votación junto a Unión por la Patria le valió al senador radical la queja de los gobernadores de su partido, en un comunicado, que firmaron todos, menos Pullaro. Es una línea interna constantemente atacada por el Presidente, sobre todos desde que cayó la primera versión de la ley ómnibus. Ni Ignacio Torres es igual a Rogelio Frigerio en el universo PRO, ni Pullaro es igual a Alfredo Cornejo o Gustavo Valdés, en el mundo radical.

Que en el reinicio de esa negociación bis el gobernador de Santa Fe se muestre con el representante del principal espacio opositor al gobierno nacional no hace más que subirle el precio. Sucede que la situación para todos los gobernadores es la misma que la de hace un mes y medio. El recorte de partidas se mantuvo intacto para todos y en las primeras reuniones con los delegados de Milei ni se habló de una marcha atrás. Todas las apelaciones judiciales de la Casa Rosada siguen en pie, tanto en la causa por los fondos que abruptamente quitó a Chubut por la coparticipación, como la eliminación del Fondo de Fortalecimiento Fiscal de la provincia de Buenos Aires, donde por ahora la Corte Suprema se declaró competente para tratar la demanda iniciada por Kicillof.

Tanto de uno y otro lado creen ahora que el gobierno nacional está llevando toda la discusión al paquete de la nueva ley, por eso están en alerta por lo que pueda pasar. En los chats mano a mano por fuera del grupo de “23 gobernadores y un Jefe de Gobierno” se sigue debatiendo la estrategia frente al devenir del DNU en la Cámara de Diputados. Tanto Kicillof como Pullaro están convencidos que la Casa Rosada dormirá la convocatoria a sesión para evitar otra derrota como en el Senado.

Pero más allá de lo que pase con el decreto, hay que mirar con atención los movimientos en Diputados, sobre todo en lo que tiene que ver con la reposición del Fondo de Incentivo Docente (Fonid) que podría convertirse en el próximo dolor de cabeza de Milei en el Congreso. Que haya caído la sesión especial por la fórmula de movilidad que había pedido el bloque Hacemos Coalición Federal no quiere decir que los votos no estén. “En ese momento se apuraron, era la semana del DNU, no se le puede pedir tanto a los gobernadores”, explican quienes están al tanto de los chats privados.

Por el momento, desde el aspecto fiscal, el único anzuelo que muestra la Casa Rosada es la vuelta del impuesto a las ganancias, que no tiene los votos para su aprobación. Eso lo sabe bien Kicillof, que además de mantener un canal con Pullaro, dialoga seguido con sus pares patagónicos.

El gobernador bonaerense, en su plan incipientemente expansivo, aspira a concretar otras fotos de alto voltaje político. Lee que se abrió un escenario novedoso, donde la nueva grieta dejó de ser kirchnerismo-antikirchnerismo para configurarse en una división entre todo aquello que esté a favor o en contra de las políticas de Milei.

Más allá de las interpretaciones, para todos los gobernadores, la nueva grieta es, en definitiva, la plata para sobrevivir.

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