La batalla por los sentidos del derecho a la educación pública – Parte 2

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La batalla por los sentidos del derecho a la educación pública, tiene un largo recorrido de luchas desde la recuperación de la democracia. Descentralización, desfinanciamiento y ajustes educativos fue una constante en todos los gobiernos que gestionaron el Estado, incluso con diferentes orientaciones ideológicas. Siempre hubo ajuste de presupuestos y reducción de partidas, aun en distintos momentos económicos. La novedad es que esta gestión es explícitamente odiadora del Estado, sobre todo en su función social, hasta llegar a encasillarlo como “organización criminal”. El presidente que no se inmuta ante el sufrimiento de la gente, es más, lo goza, ahora arremete a uno de los aspectos esenciales que en este país ha permitido la movilidad social, como es la educación pública, gratuita y de calidad.

Un dato. Entre los años 2004 a 2021, la mitad de las provincias redujeron sus presupuestos educativos, además, más del 90% de los presupuestos se destina al pago de salarios (78% en los presupuestos provinciales y 12% en el sector privado), según informe de Argentinos por la Educación. Y en materia presupuestaria nacional, desde 2006 a 2020, sólo en tres años se cumplió con la meta de inversión del 6% del PBI, fueron en 2009, en 2013 y en 2015, según estudio de CIPPEC. 

Esto ha generado el decadente panorama educativo de hoy. Milei, en una acción demencial, elimino por decreto 280/24 el Fondo Nacional de Incentivo Docente, nada menos que el acuerdo que marco el levantamiento de la carpa blanca montada en la década menemista, que había transferido sin financiamiento las escuelas nacionales a las provincias. Pero la quita de aportes es aún más amplia y abarca al Fondo de Compensación Salarial. También incluye el financiamiento de los programas educativos nacionales como la extensión de la jornada escolar, los planes de lecturas y el fondo de infraestructura escolar. El impulso irrefrenable de recortes violentos de Milei a la educación, apunta sin duda a deteriorar la calidad educativa y erosionar la legitimidad de las luchas sembradas durante décadas, en post de implementar un modelo privatista, excluyente y meritocrático.

En 1999, Guillermo Jaim Etcheverry, médico, investigador, ensayista y rector de la UBA entre 2002 y 2006, escribió La tragedia educativa, y en 2019, Educación: la tragedia continúa. Se puede afirmar que 20 años no es nada, si, son muchos y, lamentablemente en ese período hubo cambios, pero nada para bien. En estos años transcurrido, con su itinerario educativo a cuestas, muestra que hay energía suficiente para llevar adelante la formulación de un nuevo papel de la educación secundaria, si se pretende colocar a la escuela a la altura del desafío actual. Es necesario construir desde la escuela, un sujeto amplio en el marco de globalización hegemónica y asimétrica que evite la consolidación de un ciudadano tutelado y dócil a cualquiera de las expresiones políticas.

No se debe dejar de lado la función esencial de la escuela que es el acceso al conocimiento. El conocimiento se adquiere con voluntad, con trabajo, pero la tendencia pedagógica actual reduce la importancia del contenido de la enseñanza. Antes se enseñaba a aprender enseñando algo, hoy se cree que se enseña a aprender sin enseñas algo, si necesitas algo, lo buscar por internet y listo. Lo importante es la búsqueda, las herramientas que tienen los chicos para ello. Por eso es importante la interacción con su entorno como una manera de introducir al joven al conocimiento y la reflexión. La escuela secundaria debe ser el centro de ese aprendizaje.

Milei nos lleva a la anarco educación. 

Más allá de las hipérboles de este perverso presidente, apunta al desfinanciamiento de las universidades públicas y el desmantelamiento del desarrollo científico y tecnológico, porque lo ve como un costo para el Estado. La paranoia deMilei pretende desarmar el Conicet y desfinanciar organismos como la Comisión de Energía atómica, el Instituto Malbrán y la Agencia de Promoción de Ciencia y Tecnología, todos dedicados desde hace más de sesenta años a fomentar y sostener la investigación científica de base. ¡¡¡Que lo asuman los privados!!!!, dice Milei. Es unánime la coincidencia entre los científicos que en ningún país del mundo la investigación básica de riesgo es financiada por el sector privado”.

Los países desarrollados lo son porque el Estado invierten en desarrollo científico-tecnológico. Los países pobres lo siguen siendo porque no lo hacen. Esto le da veracidad lo que nuestro primer premio Nobel Bernardo Houssay, “La ciencia no es cara, cara es la ignorancia”.

La sociedad debe conocer lo que implica un investigador científico en nuestra vida cotidiana. Si los votantes del anarco libertario pensaron que las volátiles ideas radicalizadas van a trasformar la realidad, se van a chocar contra la pared, fundamentalmente los jóvenes. Qué bueno sería que nuestros jóvenes no queden entrampados en esa guerra de guerrillas que propone el gobierno, que no es otra cosa que entretener para avanzar en ajustes para favorecer a los ricos. Los jóvenes son la esperanza de la lucha por los sentidos.

¿Por qué marchar el 23? 

Para limitar la crueldad del gobierno en su ataque contra las universidades y, por sobre todo lo que generan en la sociedad.

Por la arbitrariedad del ajuste se mete con las vidas de millones de estudiantes y miles de docentes, no docentes, investigadoras e investigadores.

Por los recursos propios de la universidad que son sus estudiantes y profesores.

Se debe marchar por el desafío de fortalecer, no solo los derechos adquiridos, sino la legitimidad del deseo de ascenso social.

Se debe marchar porque las universidades públicas son estructurantes de gran parte de la vida social. Porque no se debe tolerar tanto ataque a la educación sumisamente.  

Esta movilización excede a la universidad como reclamo presupuestario que provoca angustia a millones de jóvenes y docentes. Está en juego algo más, que es la dimensión existencial colectiva de la sociedad. No toleremos sumisamente tantos ataques, tanta humillación.

Como lo define el docente e investigador de UNPAZ, UNA, Ariel Pennisi “Marchemos por nuestras capacidades y esfuerzos, la inteligencia colectiva gracias a la cual se reproduce la sociedad, y gracias a la cual unos pocos se la llevan… esta vez, sí, “la tuya”, son nuestra propiedad; veamos qué pasa si las sustraemos por un momento de la maquinaria. Si no nacimos para obedecer, este momento reclama la construcción de una huelga social.

  • docente
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