En pleno corazón de Concordia, Entre Ríos, el Arroyo Manzores –uno de los cursos de agua más importantes que atraviesa la ciudad– se ha convertido en una cloaca a cielo abierto. Lo que debería ser una cuenca saneada y urbanísticamente integrada hoy exhibe su peor cara: aguas servidas, basura flotando, residuos cloacales sin tratamiento y un olor nauseabundo que impacta directamente en miles de vecinos que viven en zonas densamente pobladas.

Un proyecto que quedó en promesas
Hace años, las autoridades provinciales y municipales se comprometieron a ejecutar el “Sistema Urbano de Drenaje Sostenible Cuenca Arroyo Manzores – III Etapa”. El entonces intendente Enrique Cresto y el ex gobernador Gustavo Bordet no solo anunciaron el financiamiento del proyecto, sino que celebraron públicamente su supuesta transformación:
“Este era un basural a cielo abierto y un foco de contaminación con viviendas donde la gente vivía de manera muy precaria”, dijeron.
Sin embargo, nadie parece saber qué ocurrió con los fondos prometidos ni por qué se interrumpieron las obras. La tercera etapa, fundamental para completar el saneamiento, nunca se concretó.
El tramo más crítico: Av. Gerardo Yoya y calle Coldaroli
Basta con caminar por la zona que va desde Av. Gerardo Yoya hasta la calle Coldaroli para comprobar la gravedad del problema. Las imágenes (como las registradas por este medio) hablan por sí solas: un canal contaminado donde se vierten líquidos cloacales sin ningún tipo de tratamiento, generando riesgos sanitarios, ambientales y sociales.

Es un paisaje de abandono que indigna. Pero lo más alarmante no es solo la contaminación, sino el silencio.

Azcué, el intendente que prometía limpiar y denunciar
Durante la campaña que lo llevó a la intendencia, Francisco Azcué hizo eje en la necesidad de denunciar y recuperar los recursos del Estado, prometiendo transparencia y acción ante cada problema estructural de la ciudad. Sin embargo, al llegar al poder, la gestión quedó atrapada en la inacción y el marketing político.
No solo no exigió explicaciones por los fondos desaparecidos del proyecto Manzores, sino que tampoco ha dado señales de ocuparse del tema. En lugar de poner la lupa sobre el daño ambiental que sufren miles de vecinos, el jefe comunal parece más interesado en perseguir a medios de comunicación, como se vio recientemente con el cierre de una emisora de FM local.
¿Y la gestión municipal?
Resulta increíble que el municipio no pueda, al menos, dar una respuesta de urgencia con mano de obra propia. ¿Qué hacen las áreas de Planificación, Medio Ambiente, Obras Públicas o Desarrollo Urbano? ¿Dónde están las ideas, los equipos técnicos, la creatividad que supuestamente llegó con la nueva gestión?
El cierre del acceso “Y” es otro ejemplo del desgobierno local. Si ni siquiera se puede garantizar la libre entrada a la ciudad, ¿cómo esperar soluciones reales para los dramas estructurales como este?
Lo que falta no es dinero: faltan ideas y compromiso
Desde este medio insistimos: lo que falta no es plata, sino voluntad política y ganas de hacer. Lo que sobra es abandono. Y lo que se está pudriendo –literalmente– no es solo el arroyo, sino también la confianza de la ciudadanía en sus gobernantes.