Gracias al trabajo y la denuncia pública realizada por el Foro Ambiental de Gualeguaychú, nos anoticiamos que la planta de tratamiento de efluentes industriales del PIG no funcionaba desde aproximadamente febrero del corriente, se hizo una inspección por parte del municipio primer responsable del contralor del buen funcionamiento de la planta y se comprobó lo denunciado, luego los responsables del PIG y Subsecretaría de Ambiente municipal a cargo de la Licenciada Ivana Zecca salieron a desmentir -en parte- lo denunciado por el Foro Ambiental, éste, enérgicamente en un comunicado salió a ratificar la denuncia y desdecir a la CODEGU y a la Sra. Subsecretaria de ambiente.
Los responsables son muchos, la CODEGU, la Sra. Subsecretaria de Ambiente municipal por la no fiscalización de la planta de tratamiento de efluentes, o si lo hizo lo es por su silencio, el salir presurosamente cuando todo se supo a sancionar a la CODEGU e informar que van a inspeccionar cada 15 días la planta demuestra su ineficaz accionar como funcionaria responsable, está obligada por su cargo a hacerlo.
El mal o nulo funcionamiento de la planta tiene muchos responsables, además de la CODEGU; la Subsecretaria de Ambiente municipal; La Sra. secretaría de Ambiente provincial Ing. Rosa M. Hojman y, con respecto al supuesto daño producido en el río Gualeguaychú le compete al abogado Osvaldo Daniel Fernández por ser el: Director General Legal Y De Gestión Ambiental del Agua de la mentada secretaría.
Los efluentes industriales son volcados al río Gualeguaychú sin tratar como expuse desde aproximadamente febrero del corriente y hasta quien sabe cuándo sea reparada la planta de tratamiento.
Pueden decir que la toma de agua de Gualeguaychú se encuentra lejos del caño de desagote de los efluentes de la planta de la CODEGU, ya que éste se encuentra en la zona del ex Frigorífico Gualeguaychú, falso, cada vez que el río crece sea porque ingresa agua del río Uruguay o por lluvia, se produce un ida y vuelta de la corriente del río, significando esto que, el liquido volcado sin tratan tiene ciertas posibilidades de llegar a la toma de agua donde la municipalidad extrae AGUA para potabilizarla y distribuirla entre los vecinos de Gualeguaychú.
Además, se incumple con el tratado Internacional de Anchorena, que se firmó con la República Oriental Del Uruguay, donde nos comprometimos a NO contaminar el Río Gualeguaychú, es obvio que cada vez que hagamos un planteo en la CARU o donde sea nos van a enrostrar esto.
Como ciudadano damnificado presenté denuncia penal en el Juzgado Federal de Gualeguaychú NºFPA 6554, ahora está en manos de la justicia establecer si hubo y hay contaminación hasta que la planta de efluentes industriales funcione, se determinará quienes son responsables en el marco del art Nº41 de la Constitución Nacional; Nº22 y 85 de la Constitución de la provincia de Entre Ríos; Código Civil y Comercial art. Nº240; la Ley Nº24.051, por citar alguna normativa aplicable.
Se necesitan certeras respuestas de los responsables, no podemos tener duda alguna si nos están contaminando o no, la justicia tiene que ayudarnos despejar toda la incertidumbre.
Desde hace días, un incendio de grandes proporciones afecta el basural a cielo abierto del Barrio San Francisco, sin que hasta hoy el municipio haya tomado medidas concretas para contener el foco ni proteger a la población. El humo cubre gran parte de la ciudad y representa una amenaza directa a la salud pública. La quema de residuos libera sustancias altamente tóxicas, partículas finas, óxidos de nitrógeno, compuestos orgánicos volátiles, y en el caso de plásticos y químicos, también dioxinas, furanos y metales pesados. Estos contaminantes afectan gravemente las vías respiratorias, agravan enfermedades crónicas y dañan órganos vitales.
A esto se suma la contaminación del suelo y las napas subterráneas por cenizas y residuos tóxicos, comprometiendo la calidad del agua potable y el equilibrio del ecosistema. Lo más grave es que el propio intendente hizo campaña en el año 2019 prometiendo que iba a trasladar el basural a otro sitio, lejos de las zonas urbanas. Sin embargo, esa promesa se convirtió en una nueva muestra de indiferencia. Hoy, los vecinos siguen conviviendo con humo tóxico, olores insoportables y un daño ambiental creciente.
Frente a este escenario crítico, La Libertad Avanza Colón exige al gobierno municipal la inmediata intervención para contener esta emergencia ambiental y sanitaria, y la implementación de medidas eficaces que impidan su repetición. No se puede seguir mirando para otro lado. El Estado tiene la obligación de prevenir, actuar y proteger a sus ciudadanos. La salud de los colonenses no puede esperar.
El estero se congelo, los carpinchos no pueden caminar .
El carpincho tolera el frío, pero prefiere temperaturas templadas. Aunque pueden adaptarse a temperaturas más bajas, necesitan acceso a agua para regular su temperatura corporal y buscar refugio en la vegetación densa durante las horas más frías del día o en condiciones de clima extremo.
El video fue grabado por un poblador del paraje Malvinas en la IV seccion del departamento Esquina Corrientes.
La aguará guazú Chamarrita fue reinsertada en la reserva El Potrero, iniciando un programa de reintroducción en la provincia
Chamarrita, una magnífica ejemplar de aguara guazú, el animal cuya leyenda alimentó las distintas mitologías de tobas, guaraníes y criollos, fue liberada hoy en la reserva El Potrero, comenzando con un programa de reintroducción de esa especie en la provincia de Entre Ríos, donde han prácticamente desaparecido.
Es que el “zorro grande”, “Kalak”, el “perro alto”, el “lobo de crin”, para enumerar solo algunas de las formas en las que se lo nombra, perdió progresivamente su territorio a medida que los cultivos reemplazaron nuestros humedales y pastizales, el territorio natural de esta especie, entre muchas otras.
Este misterioso animal, el cánido más grande de América y el “padre de los perros”, es tímido, pero amigable, aunque solitario. En la cultura criolla fue –y es todavía– asociado con la leyenda del lobizón, una criatura del folklore argentino: el séptimo hijo varón que se transforma en un ser mitad humano, mitad bestia, durante las noches de luna llena, en las que es visto alrededor de las casas.
El Potrero, a pocos kilómetros de Gualeguaychú, cuenta con 18.000 hectáreas de naturaleza en estado puro. Su historia es la de una familia cerrando filas ante el anhelo de un mundo mejor. “Queremos contribuir a formar personas empáticas, que amen y respeten la vida en todas sus formas, que comprendan que nuestras decisiones y acciones importan y que, si las sumamos, pueden cambiar el mundo”, dice Azul García Uriburu, su propietaria junto a Marcos Pereda y sus hijos.
Hoy, junto al área de Fauna de la gobernación de Entre Ríos, la Fundación Temaikén, la Fundación Rewilding Argentina y la Granja La Esmeralda, se concretó la liberación de Chamarrita, con un collar en su cuello, a través del cual podrán seguir sus pasos e interceder si ella lo necesitara.
La historia de Chamarrita que conocemos empieza el 28 de octubre de 2023 por la mañana, en el barrio Los Gobernadores de la ciudad de Paraná. Asustado, aturdido, aparentemente herido, un ejemplar de aguará guazú intentaba protegerse de los perros que lo acorralaban. Sin demorarse, los vecinos dieron aviso a la Dirección de Prevención de Delitos Rurales (Brigada Paraná), quienes acudieron de inmediato, realizando el rescate e informando que probablemente el animal tenía una fractura.
La aguará guazú Chamarrita a los dos días de llegar a La Esmeralda
Se comunicaron con la Granja La Esmeralda, en Santa Fe, a pocos kilómetros de la capital provincial, a cargo del reconocido veterinario Antonio Sciabarrasi, experto en animales silvestres y que ya lleva recuperados muchos ejemplares de aguara guazú. Sin esperar, la trasladaron hacia allí con el consentimiento del profesional.
A las 16 de ese mismo día, Chamarrita, como la bautizaron, ya estaba siendo atendida por el veterinario y una de sus manos fue enyesada. Se le hicieron todo tipo de análisis y quedó internada. “Siempre fueron muy bajos los avistajes de aguará en Entre Ríos y la relación con el humano siempre fue nefasta. Que vuelva a hablarse del aguara guazú en Entre Ríos es sumamente positivo, porque lo que les juega en contra es el desconocimiento. Todo lo malo que se diga de ellos no es cierto. Que se revalorice a este aliado ecosistémico es fundamental. Un aguará habla de que el ambiente en el que vive está en condiciones, porque de lo contrario el animal no resistiría”, explica Sciabarrasi, a quien Chamarrita debe su nombre.
Lista para ser reinsertada
“A fin de noviembre, Antonio nos llamó para avisarnos que la aguará de aproximadamente un año ya estaba lista para volvera la provincia de Entre Ríos; a la reserva El Potrero, adonde se la recibiría y acompañaría con el sueño de poder liberarla una vez estuviera completamente sana”, recuerda Daniel Ávalos, nacido en El Potrero y a cargo de todo el área de animales.
EL 12 de diciembre de aquel año, Chamarrita llego a El Potrero. “Fue una experiencia nueva, poder estar cerca y entender el comportamiento de un animal mítico. Las historias aquí en El Potrero siempre estuvieron. Mi viejo, tractorista y molinero de este lugar, me contaba que ellos los veían cada tanto. Estudiarla, ver como camina, conocerla así, me gustó mucho; y especialmente poder dejar la leyenda atrás”, agrega Ávalos.
“Cuando llegó, todavía tenía la mano hinchada y tenía que seguir con los cuidados. Como se trata de un animal salvaje era pura observación la recuperación. Cuando empezó a escarbar, nos dimos cuenta de que la mano había dejado de dolerle”, explica. Y suma: “Su liberación me genera esperanza. Vos tenés leyendas que te dicen que camina kilómetros y kilómetros, y ahora vamos a poder ver qué hace y poder develar ese gran misterio con el collar satelital. Poder entenderlos más me genera mucha alegría”.
“Hoy a las 14 se abrió la puerta de las dos hectáreas y media recintadas en las que desde hace unos meses habita Chamarrita, ya recuperada de su fractura y fortalecida, en lo que llamamos presuelta. Después de meses de estar en un espacio pequeño para ella y poder ayudarla, la pasamos a este espacio adonde se alimenta por su cuenta. Ella está escondida, así que no la vimos, pero ante la presencia de guardaparques, Fauna y todos los participantes en este trabajo, que fueron muchos, abrimos la puerta y firmamos el convenio con la Provincia, comprometiéndonos ambos a su reintroducción y cuidado. El lugar quedó abierto para que ella tranquilamente pueda inspeccionar, salir y entrar, e ir animándose de a poco nuevamente a la libertad en la que vivía antes de ser rescatada”, describe Azul García Uriburu, alma mater de El Potrero.
La aguará guazú Chamarrita con Azul García UriburuClara de Estrada
“Quedan las cámaras trampa para que podamos mirarla sin molestarla y saber qué necesita y monitorearla, para conocer más acerca de ellos y de lo que debemos hacer”, detalla la mujer. “A nosotros nos importa cada individuo que podemos salvar y reinsertar. La vida tiene que ser entrelazada, entre animales, naturaleza, humanos. La primer reserva que tenemos es nuestro espíritu y él esta totalmente ligado a los animales. Porque somos animales, no podemos separarnos de ellos. Tanta emoción nos da un animal –incluso uno de peluche desde chicos– y de golpe nos separamos. Tenemos que aprender a compartir nuestro espacio”, concluye.
Investigadoras del CONICET y la Universidad Maimónides realizaron un estudio técnico en seis puntos del cauce para evaluar el impacto ecológico del dragado del río Gualeguaychú.
El martes 10 de junio, la Municipalidad de Gualeguaychú recibió a dos destacadas científicas: la doctora Patricia Marconi (Universidad Maimónides – CONICET) y la doctora Laura De Cabo (Museo Argentino de Ciencias Naturales – CONICET), especialistas en humedales, ambientes acuáticos y procesos de fitoremediación. Su visita tuvo como objetivo realizar un relevamiento técnico-científico del dragado del río Gualeguaychú, con el fin de evaluar sus posibles impactos desde una mirada ecológica y de manejo sustentable.
Durante la jornada se efectuaron muestreos en seis puntos estratégicos del cauce principal, abarcando desde la desembocadura del río Gualeguaychú en el Uruguay hasta zonas aguas abajo del río Gualeyán, incluyendo sectores urbanos y áreas cercanas a la planta de tratamiento.
Los sitios evaluados fueron:
Sitio 1: desembocadura del río Gualeguaychú en el río Uruguay; Sitio 2: 6 km aguas arriba del sitio 1, en un meandro del río con zona de sedimentación; Sitio 3: 3,5 km aguas arriba del sitio 2, también en un meandro con acumulación de sedimentos; Sitio 4: tramo del río aguas abajo de la ciudad de Gualeguaychú y de la descarga de la planta de tratamiento; Sitio 5: a la altura de la ciudad, en un meandro del cauce; Sitio 6: aguas abajo de la desembocadura del río Gualeyán, punto de inicio de la intervención de dragado.
Este trabajo se enmarca en el compromiso del Municipio por una gestión ambiental responsable, con base científica. El relevamiento busca relevar el estado actual del cauce, analizar la composición de los sedimentos extraídos, identificar impactos ambientales asociados al dragado y generar recomendaciones para un manejo adecuado del ecosistema fluvial.
“Para hacer el estudio es necesario evaluar los sedimentos acumulados en el fondo del río durante los años y que han recibido posiblemente algún tipo de contaminantes. Antes de realizar un dragado es necesario hacer este análisis para saber en qué estado se encuentran los sedimentos, para ver si hay que hacer algún tipo de tratamiento posterior al dragado, o incluso si se puede realizar el dragado, porque a veces pasa que al dragar se pueden reactivar contaminantes que están contenidos en ese barro del fondo, y eso podría ser un riesgo. Por eso la importancia de este estudio. Entonces, antes de hacer cualquier tipo de movimiento, es necesario conocer en qué estado se encuentran esos sedimentos”, explicó la doctora Laura De Cabo.
El informe final, que será elaborado a partir de observaciones de campo, estudios técnicos y la experiencia de ambas investigadoras en gestión de cuencas y restauración ambiental, será un insumo clave para la toma de decisiones en torno al manejo del río.
Desde el Municipio acompañamos este proceso con la convicción de que cuidar el río es cuidar nuestra identidad, nuestra salud y nuestro futuro.
En las cercanías de Colonia Avigdor, en la provincia de Entre Ríos, el emprendedor agropecuario Martín Diecidue logró captar imágenes de una pareja de yaguarundí ( Herpailurus yagouaroundi ), un felino cuya presencia es considerada escasa en la región.
Esta especie se encuentra distribuida ampliamente por América, abarcando desde el sur de los Estados Unidos, en estados como Texas y posiblemente Arizona, hasta el centro de Argentina, incluyendo provincias como La Pampa, Mendoza, Neuquén, Río Negro y el sur de Buenos Aires. Aunque evita desiertos y bosques fríos, se ha registrado en altitudes de hasta 3.200 metros en los Andes colombianos.
En Sudamérica, está presente en casi todos los países, excepto Chile, incluso se lo consideraba extinto en Uruguay hasta su redescubrimiento en el 2015. Su capacidad de adaptarse a diversos ambientes, tanto primarios como secundarios, le otorga una gran plasticidad ecológica, aunque ya ha desaparecido de áreas modificadas.
A pesar de estar categorizado como “Preocupación menor” según la Lista Roja de la UICN y SAREM, informes recientes sugieren que las poblaciones de yaguarundí son menos abundantes de lo que se pensaba anteriormente. En Argentina, su teórica observación frecuente podría estar relacionada con sus hábitos diurnos y su preferencia por ambientes de borde como caminos, más que por una verdadera abundancia.
Entre las principales amenazas que enfrenta se encuentran la pérdida de hábitat debido al avance de la frontera agropecuaria, interacciones con perros y colisiones con vehículos.
Este felino, ligeramente más grande que un gato doméstico, se distingue por su pelaje corto y áspero, un cuerpo alargado y delgado con el adicional de una larga cola. Su actividad diurna lo diferencia de otros felinos, permitiéndole ocupar un nicho único en ecosistemas donde convive con predadores de mayor porte.
En Argentina, se están llevando a cabo proyectos de reintroducción de animales en peligro de extinción o ya extinguidos. Se busca restaurar la biodiversidad perdida por la explotación y degradación ambiental. En el Día Mundial de la Biodiversidad estos son algunos de los grupos que están retornando a sus hábitats
Cada 22 de mayo se celebra el Día Mundial de la Biodiversidad, una fecha proclamada por las Naciones Unidas para reflexionar sobre el estado de los ecosistemas y advertir sobre su progresiva degradación. En Argentina, la diversidad biológica se manifiesta de forma deslumbrante en algunos parques nacionales que concentran una enorme variedad de especies animales y vegetales. Pero también hay áreas donde esa riqueza fue vaciada por la acción humana, como ocurrió en Iberá, Corrientes, un ecosistema que está siendo reconstruido casi desde cero tras décadas de explotación.
El Parque Nacional Iguazú, en Misiones, encabeza la lista de zonas con mayor biodiversidad del país. En sus más de 67 mil hectáreas, la selva atlántica se despliega con lianas, helechos, palmitos y árboles nativos que dan hogar a cientos de especies de aves, mamíferos y reptiles. Tucanes, monos caí, yaguaretés y aningas conviven en este ecosistema declarado Patrimonio Mundial por la UNESCO. Más al norte, el Parque Nacional Calilegua, en Jujuy, conserva la mayor muestra de Yungas: una selva de altura en la que se han registrado más de 120 mamíferos, 350 aves y especies emblemáticas como la taruca y la rana marsupial.
El ocelote vuelve a los Esteros del Iberá, en Corrientes. La reintroducción de especies en Iberá busca restaurar funciones ecológicas perdidas (Fundación Rewilding Argentina)
En contraste con esos refugios de abundancia natural, el Gran Parque Iberá —una vasta cuenca subtropical de más de un millón de hectáreas en Corrientes— fue durante décadas un territorio silenciado por la caza, el saqueo de fauna silvestre y el desmonte. “Era un ambiente vacío, un escenario sin actores”, recuerda Sebastián Di Martino, biólogo y director de conservación de Rewilding Argentina. Aunque desde el aire podía parecer intacto, Iberá había sido defaunado: no quedaban casi animales visibles, ni siquiera rastros de sus antiguas interacciones ecológicas.
La importancia de restaurar esos vínculos entre especies y reincorporar ejemplares en peligro o extinguidos, de reconstruir las relaciones que moldean un ecosistema y hacerlo “funcionar bien”, es central para la vida y en eso trabajan grupos de expertos conservacionistas en la región. Como sostiene la bióloga Sofía Heinonen, directora ejecutiva de Rewilding, la crisis de extinción está directamente ligada a un modelo económico que “saca todo de la naturaleza”, dejando atrás paisajes empobrecidos y aumentando los riesgos ecológicos y sanitarios. Según datos de la ONU, la pérdida de biodiversidad no solo debilita la seguridad alimentaria o los saberes culturales, sino que también favorece la aparición de enfermedades zoonóticas.
La Fundación Temaikèn trabaja en el proyecto de reintroducción del guacamayo rojo. Aporta ejemplares nacidos en su bioparque o recibidos de otros centros, a quienes prepara para la vida silvestre mediante crianza asistida sin contacto humano, controles sanitarios estrictos y entrenamiento conductual (Fundación Temaikén)
La experiencia en Iberá se convirtió así en un ejemplo regional de restauración activa. A través de la reintroducción de especies localmente extintas como el oso hormiguero gigante, el tapir o el yaguareté, un equipo de biólogos, guardaparques y técnicos procura devolverle al humedal su diversidad original. El objetivo no es solo recuperar animales, sino restablecer las funciones ecológicas que sostienen la vida. Porque, como recuerdan los activistas, sin biodiversidad no hay salud del planeta posible.
Desde su experiencia en proyectos de restauración ambiental, Alicia De La Colina, Doctora en Ciencias Biológicas, especialista en Investigación del Departamento de Conservación e Investigación de Fundación Temaikèn, destacó, en diálogo con Infobae, que devolver a la fauna silvestre a su territorio original no es un acto simbólico, sino una intervención crítica para restablecer los equilibrios perdidos. “Cada especie cumple una función: algunas controlan plagas, otras dispersan semillas o mantienen la fertilidad del suelo”, explicó. La desaparición de cualquiera de estos actores, dijo, provoca efectos en cadena que pueden comprometer la salud completa de un ecosistema. “Quitar especies es como sacar tornillos de una estructura: al principio no se nota, pero llega un punto en que todo se cae”.
El yaguareté está retornando a su hábitat tras 70 años de extinción en Corrientes (Rewilding Argentina)
Pero reconstruir no es sencillo. La reintroducción enfrenta múltiples obstáculos, y el primero es encontrar un lugar viable para hacerlo. “Nos cuesta muchísimo hallar ambientes en condiciones, sin amenazas como desmontes, contaminación o especies invasoras”, señaló De La Colina. A eso se suma la falta de recursos económicos y de políticas sostenidas en el tiempo. “Son proyectos que requieren años de trabajo y continuidad”, advirtió, y agregó que el vínculo con las comunidades también es crucial: “La aceptación social es clave. La gente tiene que entender por qué es importante que vuelva una especie”.
Evaluar el impacto real de estas acciones también exige tiempo y evidencia. No basta con liberar animales: es necesario que sobrevivan, se reproduzcan y logren sostener su población. “El éxito se mide cuando las especies se integran nuevamente al ecosistema, sin depender del monitoreo humano”, resumió la experta. Por ejemplo, el regreso del guacamayo rojoa Iberá o del cardenal amarillo, depende de procesos que incluyen el nacimiento de generaciones en libertad y la expansión de su distribución en ambientes saludables. “Solo cuando pasa todo eso y se reducen las amenazas, se puede pensar en cambiar su categoría de conservación”.
El Día Mundial de la Biodiversidad destaca la importancia de los ecosistemas en Argentina (Ministerio de Turismo y Deportes de la Nación)
Más allá de los logros científicos, De La Colina insistió en el papel que puede jugar cada persona. “La conservación no es solo tarea de científicos: es responsabilidad de todos como sociedad”, afirmó. Para ella, involucrarse puede empezar por no comprar fauna silvestre, apoyar proyectos locales o participar en actividades educativas. “Conservar la biodiversidad es también defender nuestro propio futuro”, resumió.
Yaguareté
Proyectos de conservación en Argentina logran reintroducir al yaguareté y otras especies en sus hábitats originales, restaurando el equilibrio ecológico y fomentando el ecoturismo en la región (Rewilding Argentina)
El yaguareté (Panthera onca), mayor felino de América y en peligro crítico en Argentina, fue reintroducido en la provincia de Corrientes tras más de 70 años de extinción local. Desde 2012, el Centro de Reintroducción de Yaguareté (CRY), de Rewilding Argentina, opera en los Esteros del Iberá, donde se han criado y liberado ejemplares provenientes de Argentina, Brasil, Paraguay y Uruguay.
En 2018 nacieron Arami y Mbarete, primeros cachorros en la provincia en medio siglo. En 2021, Mariua y sus crías Karai y Porã se convirtieron en los primeros yaguaretés en libertad. Desde entonces, otras hembras han parido en estado silvestre: Arami, Mariua nuevamente, y Karai, marcando un ciclo reproductivo natural en libertad. A fines de 2022, 13 ejemplares vivían libres en Iberá.
La pérdida de biodiversidad genera consecuencias en la seguridad alimentaria y la aparición de enfermedades zoonóticas (Gentileza Puerto Valle)
Los animales son monitoreados por collares GPS y señales VHF, que permiten rastrear sus movimientos. Entre los comportamientos documentados se incluyen nacimientos en zonas remotas, exploraciones de nuevos territorios y la defensa de crías frente a predadores como los pecaríes.
El Parque Iberá, con 1,3 millones de hectáreas protegidas y abundancia de presas naturales, ofrece condiciones únicas para la especie. Un estudio del CONICET identificó 650 mil hectáreas aptas para sostener una población silvestre viable. Además, un 95% de la población correntina apoya el retorno del yaguareté, considerándolo parte de su identidad cultural y un potencial motor para el ecoturismo.
La cooperación con instituciones de Brasil, Paraguay y Uruguay, y el cruzamiento con individuos silvestres como Qaramta, buscan aumentar la diversidad genética. El proyecto avanza como uno de los más ambiciosos de recuperación de fauna extinta localmente en América Latina.
Guacamayo rojo
Alicia De La Colina, doctora en Ciencias Biológicas y especialista en conservación, explicó los efectos devastadores de la pérdida de especies en los ecosistemas (Matias Rebak)
El guacamayo rojo (Ara chloropterus), una de las aves más grandes y vistosas de América, fue declarado extinto en Argentina hace más de un siglo. Desde 2015, un proyecto que llevan adelante la Fundación Rewilding Argentina, acompañados de instituciones como Temaikèn, Ecoparque Buenos Aires, el Centro Aguará, CONICET y autoridades provinciales de Corrientes, trabaja para reintroducir la especie en su antiguo hábitat, el Parque Iberá.
Actualmente, existen dos núcleos de individuos liberados en Portal Cambyretá y la Reserva Yerbalito, donde las aves han sido entrenadas en vuelo, reconocimiento de frutos nativos y evasión de depredadores. Algunas parejas lograron reproducirse en libertad y criar pichones, aunque no sin dificultades: hubo abandonos, aprendizaje progresivo y eventos críticos como los incendios de 2022 que obligaron a evacuar y rehabilitar crías afectadas por el humo.
Estos guacamayos, activos y ruidosos, muestran comportamientos que refuerzan el vínculo familiar: los machos participan activamente en la crianza, vuelan junto a sus crías durante los primeros intentos y mantienen contacto constante hasta que las jóvenes aves alcanzan la independencia. Además, regresan año a año a los mismos lugares para anidar y mantienen las mismas parejas.
La Fundación Temaikèn desempeña un papel clave en el proyecto de reintroducción del guacamayo rojo, ya que aporta ejemplares nacidos en su bioparque de la ciudad de Escobar o recibidos de otros centros, a quienes prepara para la vida silvestre mediante crianza asistida sin contacto humano, controles sanitarios estrictos y entrenamiento conductual. Antes de su traslado al Iberá, las aves son evaluadas para asegurar que puedan reconocer frutos nativos, volar con eficacia y evadir predadores. En coordinación con otras instituciones del proyecto, Temaikèn garantiza que cada individuo llegue en condiciones óptimas al entorno natural.
La reintroducción de del guacamayo rojo, un ave extinta en la naturaleza, en Argentina, enfrenta incendios y otros desafíos en el camino de regreso a su hábitat (Fundación Temaikèn)
El proyecto de reintroducción de esta ave también se apoya en técnicas de crianza asistida con títeres para evitar la impronta humana, así como en el uso de collares VHF que permiten el monitoreo tras la liberación. Más de 20 ejemplares vuelan en libertad, y se espera aumentar la población en los próximos años.
La restauración de esta especie tiene múltiples beneficios: dispersan semillas grandes que regeneran los bosques, funcionan como especie paraguas para proteger otros organismos, y representan un recurso turístico y cultural valioso, presente en el imaginario correntino.
Cardenal amarillo
El cardenal amarillo enfrenta amenazas por tráfico ilegal y pérdida de hábitat (Fundación Temaikén)
El cardenal amarillo (Gubernatrix cristata), ave emblemática del sur de Sudamérica, enfrenta una grave amenaza de extinción debido al tráfico ilegal —centrado especialmente en los machos por su canto y plumaje— y la pérdida de hábitat por la expansión agroganadera. Con una población estimada en apenas 2000 individuos adultos en libertad, Argentina concentra las mayores poblaciones y, por lo tanto, la mayor responsabilidad en su conservación.
Desde 2017, la Fundación Temaikèn, junto con Aves Argentinas, el CONICET, la UBA, el INTA y organismos provinciales, integra la Alianza Cardenal Amarillo, activa en Buenos Aires, Entre Ríos, La Pampa, San Luis, Córdoba y Mendoza. Esta red trabaja en la rehabilitación, reintroducción y monitoreo de cardenales rescatados del tráfico de fauna.
El cardenal amarillo: Un esfuerzo nacional busca devolverlo a su entorno natural (Fundación Temaiken)
El proceso comienza con controles sanitarios y genéticos que permiten devolver a cada ejemplar a su zona de origen más probable. Durante la cuarentena, las aves recuperan musculatura y habilidades naturales. Posteriormente, se les colocan radiotransmisores y anillos identificatorios para hacer un seguimiento en campo, que incluye el monitoreo de desplazamientos, formación de parejas y éxito reproductivo. Un dato relevante es que los machos —territoriales y agresivos— defienden activamente su zona junto a la hembra y sus crías, en una estructura familiar estable que se reconstituye cada ciclo reproductivo.
Hasta mayo de 2025 se han reinsertado 263 cardenales amarillos: 156 en Buenos Aires, 59 en La Pampa, 35 en San Luis y 24 en Entre Ríos, lo que representa un refuerzo directo sobre el 14% de la población silvestre nacional. En Entre Ríos, se documentó que seis individuos formaron pareja y comenzaron a reproducirse a solo nueve días de ser liberados, mientras que en Buenos Aires se han registrado supervivencias superiores a los 1000 días en campo y grupos familiares con crías nacidas en libertad.
La belleza de su canto y su copete vibrante lo convierten en un símbolo viviente de la lucha contra el tráfico de fauna y en una especie clave para concientizar sobre la conservación en Argentina (Fundación Temaikén)
Además del rescate, se desarrolla un programa de cría bajo cuidado humano, con entrenamientos acústicos y antipredatorios, para formar futuras generaciones aptas para la vida silvestre. Sin embargo, no todos los ejemplares pueden ser rehabilitados debido a las secuelas del cautiverio ilegal. Aun así, el programa mantiene un índice de recuperación del 72%, y los esfuerzos se complementan con campañas educativas para desalentar el mascotismo.
Gracias a su singularidad y vulnerabilidad, el cardenal amarillo ha sido declarado monumento natural en provincias como San Luis, Santa Fe, Río Negro y Entre Ríos, y es objeto de protección bajo leyes nacionales e internacionales como la Ley 22.421 y la Convención CITES. Su canto inconfundible y su copete vibrante lo convierten en un símbolo viviente de la lucha contra el tráfico de fauna y en una especie clave para concientizar sobre la conservación en Argentina.
Coipo o nutria criolla
El coipo es un arquitecto de los humedales en la Patagonia y está recuperando su lugar en Santa Cruz (Rewilding Argentina)
El coipo o nutria criolla (Myocastor coypus), un roedor semiacuático nativo, silencioso y esquivo, está recuperando su lugar en los humedales del noroeste de Santa Cruz gracias a un programa de restauración impulsado por Parque Patagonia Argentina. Tras décadas sin registros, en 2021 se inició la reintroducción con ocho ejemplares trasladados desde el Cañadón Deseado al Cañadón Caracoles, y más tarde al Río Pinturas. Para 2024, se contabilizaron al menos 15 individuos marcados y el nacimiento de 10 crías, con una segunda camada prevista.
El coipo actúa como un “arquitecto del humedal”: al moverse y alimentarse entre los juncales y totorales, abre pasillos que otras especies utilizan, mejora la circulación del agua y construye plataformas que aprovechan aves y pequeños mamíferos. Su presencia favorece la biodiversidad local, incluyendo especies como gallaretas, cauquenes, tachouri siete colores, y también a zorros y guanacos que visitan estos humedales en busca de agua.
Coipo, el animal bastante similar a la capibara.
El equipo de conservación realiza un monitoreo con cámaras trampa y microchips subcutáneos. Uno de los ejemplares registrados recorrió 32 km río abajo, mientras que una hembra fue observada desplazándose 8 km en cinco días y posteriormente reapareció en ese sitio con crías, demostrando su capacidad de adaptación y movilidad.
El proyecto también contempla la restauración del hábitat: recanalización de vertientes, control de especies exóticas como el visón americano y remoción de intervenciones ganaderas pasadas. La recuperación del coipo es entendida como una pieza clave para reconstruir ecosistemas funcionales, en los que el humedal vuelve a cumplir su rol ecológico en equilibrio.
A dos semanas de su reinserción, se encuentra en perfectas condiciones y ya salió del país.
A dos semanas de la reinserción del tortugo Jorge en aguas del Atlántico argentino, se encuentra en perfectas condiciones, ya ha recorrido aproximadamente 500 kilómetros y actualmente se encuentra en Uruguay, cerca de las costas de Piriápolis.
En este sentido, el intendente Ulpiano Suarez realizó un Zoom con las biólogas Mariela Dassis y Laura Prosdocimi para conocer todos los detalles de la nueva vida del animal en su hábitat natural.
De esta gran distancia recorrida en estos 15 días, todas las interpretaciones que científicamente se han podido realizar son positivas. Ya que su estado físico es muy bueno, su musculatura está en perfectas condiciones, se orienta bien en todo momento, se alimenta de forma adecuada y su capacidad de supervivencia en el hábitat natural está intacta.
Cómo funciona el rastreador satelital del tortugo Jorge
En este contexto, cabe recordar que antes de colocarlo nuevamente en el mar a Jorge, una tortuga cabezona de especie Caretta caretta, se le colocó en su caparazón un transmisor satelital, inversión a cargo de la Ciudad de Mendoza. Actualmente, el rastreador es monitoreado justamente por las dos especialistas que fueron parte del encuentro; Mariela Dassis, investigadora del CONICET, y Laura Prosdocimi, bióloga del equipo del Museo Argentino de Ciencias Naturales.
A través de una presentación que compartieron, las profesionales mostraron cómo funciona el transmisor de la empresa francesa Argos y cómo hacen para obtener información de este (también llamado) telémetro, que justamente es un instrumento creado para seguir animales.
“Argos es la empresa con la cual la Municipalidad firmó un contrato para hacer el seguimiento satelital, que trabaja con el denominado efecto Doppler. Se trata de un cambio en las longitudes de onda que se perciben cuando uno de estos instrumentos emite una señal a través de su antena, ese mensaje es recibido por el satélite, el satélite calcula una posición de dónde está, en qué lugar del planeta, la procesa y nos las envía a nosotras en un lapso de tres horas”, detalló Dassis.
Jorge nada por las costas uruguayenses
Según informaron, entre el 24 y 25 de abril de 2025, pudieron determinar que el animal está cerca de Montevideo y Piriápolis, en Uruguay. “La última posición fue ayer (por el jueves 24) a las 12 y media de la noche. Yo hice una estimación como si fuera siguiendo lineal entre posición y posición de buena calidad y lo mínimo que Jorge se desplazó y nadó fueron mínimo 470 kilómetros aproximadamente”, puntualizó.
Acerca de su desplazamiento, que es absolutamente normal para su especie, informó que desde que emprendió su viaje a la libertad siempre ha nadado en sentido norte y noreste y que luego pasa uno o dos días en un área fija para explorar, descansar y alimentarse.
El tortugo Jorge ya recorrió 500 kilómetros en el mar.
“Jorge ni bien volvió al ambiente marino, se tomó un tiempo para orientarse, pero está siguiendo la ruta natural. Es lo que se espera en esta época del año que hagan estas especies; subir hacia esta zona del Río de la Plata. Puede ser que pase unos días ahí y que se quede -por lo menos- hasta finales de mayo. Luego sí que continúe su ruta hacia el norte. Todos los casos que tenemos estudiados en esta zona son más de individuos subadultos y Jorge es un individuo adulto”, se explayó Laura Prosdocimi.
Los riesgos de las flotas pesqueras
Si bien Jorge es un predador, sólo estaría expuesto al ataque de un animal superior en poder como una orca o un tiburón pero por suerte ninguno de ellos nada por esas costas. Lo que sí puede, lamentablemente, representar un posible peligro para el animal son las flotas pesqueras, indicaron las expertas.
“Ayer estábamos desveladas porque Jorge estaba muy cerca de dos barcos uruguayos. Hasta ahora sabemos que ninguna de las embarcaciones lo capturó así que Jorgito sigue dando vueltas frente a Piriápolis”, dijeron aliviadas.
En esa parte del Zoom, Ulpiano les consultó acerca de cuánto tiempo se puede continuar con el monitoreo ya que el rastreador tiene una vida útil. “Lo seteamos como para tener muchas posiciones al principio, no le pusimos el seteo de temperatura para ahorrar batería. Pienso durar entre cuatro y ocho meses, es muy variable porque va a depender de cuando Jorge saque el caparazón. Él regula el uso de esto en cuanto a la batería. Tiene un sensor de conductividad y humedad, cuando sale a la superficie se prende y ahí empieza a transmitir mensajes. Cuando él se mete al agua o por ahí está con la cabeza afuera pero hunde el caparazón, ya empieza a ahorrar batería”, afirmó Mariela Dassis.
En detalle, los problemas por lo que se puede “cortar la transmisión y no saber más donde está Jorge” son el desgaste mecánico, que se rompa por algún golpe o que se llene de organismos que se pegan al sensor: “Si en algún momento la comunicación se corta, eso no quiere decir que a Jorge le fue mal. Es simplemente que ya no nos comunicamos y nos vamos a amargar pero seguro él sigue bien”.
El Servicio Meteorológico Nacional ha emitido una alerta meteorológica de nivel amarillo para la noche de este viernes y mañana sábado en la provincia, por la llegada de lluvias y tormentas de variada intensidad.
Se espera que las tormentas estén acompañadas principalmente por abundante caída de agua en cortos períodos, lo que podría generar inundaciones repentinas y problemas de drenaje.
Además, se prevé una frecuente actividad eléctrica, con la posibilidad de caída de rayos y ocasional caída de granizo.
Se esperan ráfagas de viento que podrían superar los 70 km/h., con riesgo de caída de árboles y ramas.
Los valores de precipitación acumulada podrían alcanzar los 30 y 60 mm, pudiendo ser superados en forma puntual.
El daño económico provocado por la cobertura mediática de la proliferación de cianobacterias (algas) en el Lago de Salto Grande y sus principales playas es considerable. Esta situación no solo afecta al ecosistema local, sino también a las comunidades cercanas, como Concordia (Entre Ríos) y la región en general, además de tener un impacto negativo en el turismo. Los visitantes potenciales, al ver reflejada en los grandes medios la imagen de un lago contaminado, tienden a evitar el destino, lo que agrava aún más la crisis en una de las principales fuentes de ingreso de la zona.
La gestión de este valioso recurso natural recae en el ente provincial CODESAL (Comisión Administradora del Lago de Salto Grande), organismo encargado de velar por el mantenimiento y conservación del área. Sin embargo, la falta de una visión integral y de estrategias adecuadas para abordar los desafíos que enfrenta el lago parece evidente. Los esfuerzos de CODESAL no parecen ser suficientes para reconocer el verdadero potencial de los atractivos turísticos bajo su responsabilidad, lo que repercute en el deterioro tanto ambiental como económico de la región.
Recientemente, los medios de comunicación han mostrado impactantes imágenes de carpinchos (capibaras) cubiertos por el verdín de las cianobacterias, lo que refuerza la percepción de abandono y descuido por parte de las autoridades encargadas del manejo del lago. Estas imágenes no solo revelan la gravedad de la situación, sino que también sirven de testimonio del mal manejo de uno de los recursos naturales más importantes de la provincia.
Lo que se observa hoy es una vez más una falta de planificación y profesionalismo en la gestión de los recursos turísticos. Es evidente que, a pesar de las denuncias y las advertencias, el lugar sigue siendo administrado por personas sin la idoneidad necesaria para enfrentar los desafíos complejos que exige la conservación de este ecosistema. En lugar de propuestas innovadoras y soluciones sostenibles, la región parece condenada a sufrir las consecuencias de una gestión improvisada que no lleva a ninguna parte.
Mientras tanto, la población y los sectores productivos deben conformarse con una situación lamentable que afecta no solo el medio ambiente, sino también la calidad de vida de quienes dependen del turismo y las actividades relacionadas con el lago. Este panorama requiere, más que nunca, un cambio en la administración y una verdadera toma de conciencia sobre la importancia de preservar el Lago de Salto Grande, no solo como atractivo turístico, sino también como un patrimonio natural fundamental para la región.
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