Sergio Massa, el “muchacho peronista”

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Esta semana Sergio Massa les dio la razón a los que sostenían que la única manera de incrementar las chances electorales de UxP consistía en tomar la iniciativa. Abandonar la procrastinación socialdemócrata albertista para asumir una actitud enérgica, sostenida sobre realizaciones concretas. “Más peronismo”, en definitiva. Y el candidato lo comprendió a la perfección.
Con 22 anuncios Massa busca consolidar agenda para polarizar y meterse al balotaje. Y no sólo busca el “voto defensivo”, sino que da señales concretas de lo que sería su gobierno, implementando drásticas políticas redistributivas.
Las decisiones más destacadas han sido el anuncio del fin de Ganancias para los trabajadores y la quita del IVA para los alimentos. Pero no son las únicas, ya que estuvieron acompañadas de una batería de medidas inédita, bien lejos del modo timorato en el que se manejó Alberto Fernández mientras trató de imprimirle su sello a la gestión.
“Dos anuncios por día durante una semana, para todos los sectores”, fue el anuncio. Y cumplió a partir de su retorno de Washington.
“Ese esquema nos lleva directo al balotaje con Javier Milei, y ganamos”, pronostican con entusiasmo en la mesa chica del ministro-candidato.
La pregunta de fondo sigue siendo la misma: ¿es posible que un ministro de Economía con estos niveles de inflación pueda ganar las elecciones presidenciales? La lógica universal indicaría que no. Pero se trata de la Argentina, y Massa, su mesa chica, y cada vez sectores más amplios de UxP insisten en creer que es posible. Los anuncios de los últimos días abonan el optimismo; más aún cuando sus competidores intentan impugnarla con espanto, poniéndose en contra a una porción significativa de la sociedad –asalariados, jubilados y pensionados, etc.- para quienes va quedando en claro que ellos serán las principales víctimas de eventuales victorias de La Libertad Avanza o de JxC.
Guillermo Michel, titular de la Aduana y nuevo coordinador de los acuerdos de precios, hombre clave del dispositivo massista, manifestó: “Entendemos que la gente está enojada. En muchos casos, tienen razón. Separamos siempre a los candidatos de quienes los pueden haber votado en una primaria. A los enojados les respondemos con medidas concretas. La devolución del IVA llega de manera directa a 18 millones de personas en total, 7 millones de jubilados, 9 millones de trabajadores y 2,5 millones de monotributistas y 400.000 empleados de casas particulares”.
La estrategia es sumamente ingeniosa. Massa poco ganaría con presentarse como continuador de un gobierno que había naufragado antes de su llegada a Economía; o, más precisamente, cuya llegada a Economía se debió a la necesidad de encontrar una alternativa que evitara que Alberto debiera encender el helicóptero con inmediata convocatoria de una Asamblea Legislativa. Por el contrario, el ministro-candidato pretende generar empatía y confianza hacia el futuro, adelantando decisiones redistributivas que son presentadas como anticipos de una próxima gestión signada por un “peronismo verdadero”. Más aún, para buena parte de sus votantes no cristinistas, también significan una tácita promesa de recomposición del campo popular en la que el peronismo –y ya no el cristinismo- detente la hegemonía.
Massa tiene en claro cómo atacar a la bestia. Con anuncios segmentados para los sectores más afectados por las políticas del macrismo, los primeros dos años del FdT y las exigencias del FMI, no ha esquivado utilizar la palabra ‘dolor’ para describir el contexto y empatizar con ese tendal de víctimas. Esa empatía implica también un voto estratégico y defensivo, para protegerse de los ajustes salvajes que proponen sus antagonistas principales.
Otras de las fortalezas que experimenta el candidato de UxP son la competencia entre Milei y Patricia Bullrich para apropiarse del discurso del “cambio”, una disputa en la que la candidata de JxC experimenta un traspié tras otro; y la decisión de Massa y del libertario de haberse elegido mutuamente para confrontar en la batalla decisiva, aunque por distintas razones. Para Milei significa la posibilidad de apropiarse de los votos antiperonistas de JxC en un eventual ballotage; para Massa, la de apelar a las “fuerzas de la democracia” –peronistas no cristinistas ajenos a su coalición, radicales, socialistas e independientes- para impedir el “aluvión autoritario” que significaría el libertario y sus asociados negacionistas.
Por primera vez se encienden luces de esperanzas que vienen a reemplazar las ilusiones veladas preexistentes. La estrategia es secuencial y clara: cataratas de anuncios reparadores para las próximas semanas, ingreso en el ballotage y, la batalla final, una definición mano a mano con el libertario, con Sergio Massa como estandarte de la alternativa entre democracia y autoritarismo, y anticipo de un Gobierno de Unidad Nacional.
La moneda está en el aire, pero parece empezar a mostrar su cara favorable para el candidato de UxP. Pese a las reservas que merecen, algunas encuestas empiezan a presentarlo incluso como el más votado en las PASO, o descontando su distancia respecto de Milei, con ambos en crecimiento, en detrimento de Patricia Bullrich. No es poco.