Qué hay detrás de los intentos de saqueos en Mendoza

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El candidato presidencial de La Libertad Avanza habló sobre los saqueos que se registraron el sábado en la provincia de Mendoza y comparó la crisis económica que se vive en el país con la que se vivía en 2001 y 2002.
Entraron, rompieron todo y se llevaron, primero, la plata de la recaudación de una carnicería de barrio que había trabajado bien en la previa del fin de semana largo y el Día del Niño. Fue un robo gestado y camuflado como saqueo, con una agitación que tiene trasfondos políticos. No tanto por los organizadores, entre los que hay mucho lumpenaje, sino por la fragilidad del propio sistema: hubo agitación en las redes, mentiras difundidas a los teléfonos de los mendocinos y un escenario que generó pánico, sin que hubiera acciones que llevaran tranquilidad desde quienes son parte del sistema de poder en la provincia. Por el contrario, hubo silencio y trabajó en soledad el Ministerio de Seguridad y la policía; declaraciones que rozaron lo absurdo, como la calificación de “manifestantes” que hizo Daniel Orozco, e intentos de aprovechamiento.
Hubo más de 15 personas detenidas, corridas, tiros disuasivos y angustia. El Ministerio Público Fiscal y la policía buscaron dar un mensaje fuerte. Los detenidos por crear pánico y organizar los robos en redes sociales, así como quienes saquearon la carnicería fueron detenidos y los quieren llevar directamente a la penitenciaría. Pero los fiscales y los oficiales que patrullan no tienen la responsabilidad primera de construir los discursos desde el poder, por lo que el impacto está amenguado.
En el plano electoral, el domingo pasado la ciudadanía argentina, y de Mendoza en particular, dio un mensaje desconcertante para la política tradicional. En la vida cotidiana también quedó un vacío que preocupa en momentos de incertidumbre. El presidente Alberto Fernández y su equipo político son los abanderados del efecto ausencia. En la provincia, con un contexto distinto, optaron por ignorar la realidad. Hay algunos conceptos clave. Uno de ellos es el de autoridad; no entendida solamente como el ejercicio de la “fuerza” y el rigor de las normas; sino sobre todo por el liderazgo que se ejerce desde el poder. En una democracia representativa es importante el voto, pero no solo el voto; sino la gestión de esa responsabilidad. La falta de liderazgo hace que se haga permeable a la misma comunidad cualquier mensaje.
Hay una diferencia semántica importante. Hablar de saqueos en Argentina tiene una connotación relacionada a la política, a los intentos de desestabilización. Para Mendoza hay otra característica. En 2001, los saqueos que terminaron con la revuelta social y el final del gobierno de Fernando De La Rúa empezaron en Mendoza. En Las Heras, el barrio San Martín, Guaymallén. Había informes previos que se cumplieron y que alertaron a Casa Rosada. El contexto era distinto; no el económico, pues la pobreza está en niveles similares, pero sí la red de contención del Estado. Hoy, la mitad de las personas reciben alguna asistencia del Estado, aunque la política ha perdido la capacidad de organización. Para bien y para mal: hay menos punteros y más dealers. Hay menos organización política y más anarquía barrial. Algunas organizaciones sociales nacidas al calor del poder del Estado se liberaron y no responden a la orgánica que las vio nacer.
Ese formato diluido de organización hace más complejo prevenir. Igual, hay trabajos para confirmar si, como se sospecha, hay vinculaciones políticas que hayan agitado en el Este y el Gran Mendoza. Fuentes del peronismo y Cambia Mendoza coincidieron ante la consulta de MDZ en la preocupación y en la posibilidad de que haya quienes aprovechen grupos marginales para crear malestar.