Milei en Paraná

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¿Lo tocaste?
-Sí, me dio la mano.
Javier Gerardo Milei, el líder del fenómeno de la derecha La Libertad Avanza, pasó por Paraná y no encabezó un acto en un club, no besó ni ni aupó niños, no recorrió obras ni realizó visitas de cortesía.
Estuvo, el viernes, en un salón del Howard Johnson Mayorazgo, donde presentó a sus candidatos a gobernador, Sebastián Etchevehere, y a la candidata a vicegobernadora, Mayda Spiazzi. En ese ámbito, Etchevehere dijo: «Milei es el político más convocado en el país”.
Y agregó: «La percepción que tengo de Javier no es por su inteligencia, ni por sus conocimientos sobre economía solamente. Encontré en él un grado de valentía como eje rector de su personalidad. Es una figura disruptiva en una sociedad ahogada por nuestro devenir decadente». En un tono descontracturado, lo definió así: “Cuando lo conocí a Javier le dije: ‘¡Qué huevos que tenés!’”.
Milei no habló. Milei recorrió, como pudo, los metros que separan la esquina de Peatonal y Cervantes hasta Peatonal y La Paz-Laprida. Ahí lo esperaba un vehículo mal estacionado que llamó a los bocinazos masivos de quienes pretendían pasar, cerca del mediodía del sábado, por esa zona. Nadie les hizo caso.
Ahí estaba Milei.
«Cuidá que nadie se ponga adelante», le ordena un muchacho a un señor canoso que se parapetó sobre el capot del vehículo que en unos minutos sacará a Milei de esa zona de tumulto.
El candidato a presidente de la La Libertad Avanza se deja rodear y todos arman una especie de pogo a su alrededor. Y los celulares se levantan, como una lluvia mansa, y lo rodean. Dos pibes se suben a una especie de balconcito de un local de la Peatonal y desde ahí arriba hacen lo que todo: filman con sus teléfonos. Chicos y muchachos con remeras con el perfil de la cabeza de un león van y vienen: tiene aceitado el rito de esta peregrinación pagana que avanza con mucha dificultad, y a empujones.
Milei no dialoga, sólo se muestra: se deja ver, fotografiar. Todos lo rodean, se suben a los bancos de la Peatonal para verlo mejor. De ahí abajo aflora la figura diminuta de Mile, que de a ratos arenga, disfruta de todo cuanto sucede a su alrededor. A fin de cuentas todos a venido apenas a eso: verlo pasar.
Sabe con quiénes trata, a quiénes se dirige, qué electorado le apetece captar. Nadie viene a escuchar promesas. Se acercan a tomarle una foto, verlo de cerca, comprobar que esa melena revuelta está ahí, en ese lugar, intentar tocarlo, alentarlo, decirle: «Vamos, Javier». Y ya está.
En Paraná, en su rol de candidato, el viernes, Javier Milei cargó al principio contra el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, al decir: “Vimos en un corte en radio Rivadavia el pase entre Jonathan Viale y Baby Etchecopar. Allí salió a la luz cómo es el accionar de Larreta comprando periodistas y atacando a los que piensan distinto».
Y cuestionó también al consultor del macrismo Jaime Durán Barba, y al radicalismo, para luego asegurar: “Hay que volver al modelo de la libertad que nos convirtió en primera potencia mundial en 1895. Cada vez que se implementa genera bienestar. Los casos más recientes son los de Irlanda, que pasó de ser el país más miserable de Europa a uno de los más prósperos. Los países más libres son ocho veces más ricos que los reprimidos».
Ahora, en este mediodía de sábado que promete frío, Milei pasa rodeado por una nube, y en menos de un minuto se mete a un vehículo que lo espera.
Como pueden, dos mujeres emergen de la marea de chicos y chicas y piden tregua: «Ya salimos, ya salimos».
Milei ya se fue.
-¿Se fue en un auto descapotable? -pregunta una chica.