Las bicisendas, una de las tantas discusiones que requiere honestidad y respeto por el otro.

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Desde haces unos días a estas fecha, distintos sectores de la sociedad de Concordia nos encontramos discutiendo sobre el uso de los espacios públicos, que son las calzadas de circulación vehicular. Esta discusión la trajo la implementación del carril exclusivo para la circulación de las bicicletas o como se las denominan “bicisendas”.

Es innegable que el aceleramiento del  cambio climático,  el problema de la falta de espacio en la vía pública y las mutaciones de la vida cotidiana en tiempos de pandemia han revalorizado a la bicicleta como un medio ideal de transporte. Porque es ecológica, accesible, segura, sin impactos medioambientales y saludable.

El derecho a la movilidad urbana invita a pensar en la posibilidad de ejercer las garantías como ciudadanos, en la eficiencia en el transporte y en la sustentabilidad para nuestras ciudades. Para llegar a cualquier lugar a tiempo y de manera segura se necesitan soluciones integrales que permitan decidir cómo y cuándo hacerlo de acuerdo a nuestras necesidades.

Sin lugar a dudas la implementación de esta política municipal, de trasladarse dentro del casco urbano nos invita a reflexionar sobre el cambio de hábitos sobre la movilidad urbana, nuestra relación con el medio ambiente, a través del uso de la bicicleta y por ende de las bicisendas. En resumen hay beneficios tanto para la salud de los ciudadanos como para el medio ambiente.

Pero si hacemos un análisis más profundos, no solo que colaboramos con el medio ambiente, las salud de los ciclistas, sino que con ello se aplaca la necesidad de la utilización del servicio público de pasajeros y por consiguiente el pago de subsidios que conlleva cada ticket expedido por cualquier línea de colectivos urbanos. Esto por nombrar algunos de los beneficios

Este concepto se encuentra en sintonía con uno más macro que engloba también las campañas de que como ser humano nos reencontremos con lo natural, en torno a pequeñas iniciativas que contribuyen desde nuestra responsabilidad a un cambio de paradigma sobre nuestras formas de relacionarnos en sociedad y con el medio ambiente. Desde hace varios años, en casi todo el mundo se ha puesto sobre la mesa la necesidad imperante de transformar nuestras formas de movilizarnos en las ciudades y esto no es ni más ni menos lo que ocurrió en nuestra ciudad.

Ante esta realidad lo que debemos hacer, es que si ponemos en duda la utilización de la bicicleta como modo de trasladarnos es hacerlos con honestidad, mirando el presente y proyectar un futuro que se aleje, lo más posible, de la autodestrucción.

No podemos caer en la mezquindad de oponernos por que no podemos estacionar frente a nuestras casas o negocios, si empezamos el intercambiando opiniones desde esa posición se obtura por completo cualquier solución para el conjunto de la población.  

Por Guillermo Peñalver

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